Atrás quedaron los días de felicidad de Barcelona y Neymar. Lejos aparecen esas imágenes alegres del delantero con el club que lo puso en la cima del fútbol mundial.

Su traslado al PSG de Francia significó un quiebre inevitable. Meses después, el brasilero no perdonó una presunta deuda del conjunto catalán y fue a fondo con una demanda: exige 26 millones de euros más intereses.

El equipo de Messi y Luis Suárez, por otro lado, no se quedó con los brazos cruzados. Y presentó una contrademanda por daños y perjuicios y por los ingresos derivados de la renovación que firmó meses antes de convertirse en nuevo jugador del equipo francés.

Ninguno está dispuesto a ceder ni un centímetro. La guerra entre Neymar está declarada y parece abrirse una puerta que se cerrará cuando la Justicia lo determine.