La primera parada de Mauricio Macri y su equipo es la siempre fría Federación Rusa de Vladimir Putin, un viejo aliado de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Hace tres años esta relación bilateral era férreamente criticada por las espadas de Cambiemos, como son Laura Alonso, Elisa Carrió, e inclusive, hasta el propio presidente. Sin embargo, ahora que son gobierno, dejan de lado todas esas críticas. De hecho, la líder de la Coalición Cívica trató a Putin de “desalmado” y “jefe de la Gestapo”. Como decía Groucho Marx: “Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros”.

En Moscú, nuestro simpático holgazán aprovechó para reeditar sus ya clásicos chistes futboleros en situaciones que requieren formalidad, como lo es una visita de Estado. En esta oportunidad, Macri afirmó estar feliz de llegar a Rusia, la primera visita de la que espera que sea una serie de tres, ya que aseguró que visitará el país con la infanta Antonia a ver la fase de grupos del Mundial y luego “para la final, que esperamos que esta vez tengamos más suerte que la que tuvimos en Brasil”. Se rio él solo, true story. 45 segundos antes había repasado su agenda, en la que destacó la apertura de una nueva Consejería Agro Industrial Argentina situada en el país, acuerdos para la lucha contra el terrorismo e intercambio de tecnología y aplicaciones para el aumento de la producción de ambos países. El chiste fue lo único que no se notó que estaba leyendo en la conferencia.

La siguiente parada del Jefe de Estado en busca de la piedra filosofal de inversiones será en Suiza, allí participará del ya conocido Foro Económico de Davos, uno de los lugares favoritos de coraje en el tour. Macri espera un ayudín de los multimillonarios banqueros y empresarios world class que se dan cita en el pequeño poblado suizo que alberga una vez al año cálidamente a la elite económica mundial. En Davos, el ministro Nicolás Dujovne tendrá un rol clave en las diversas reuniones que se darán en el Foro Económico. El objetivo del hombre más canchero del equipo económico es conseguir la tan ansiada lluvia de inversiones. Algo prácticamente imposible, si tenemos en cuenta que el propio ministro tiene casi todo su patrimonio en el exterior. Una boludez.

Por supuesto que el viaje también servirá de excusa perfecta para ver los imperdibles outfits de Juliana Awada, por quien la prensa argentina se desvive en cada viaje, que como ya hemos visto recogen más elogios a sus vestidos que inversiones productivas. Al igual que los chistes mundialistas de nuestro workaholic presidente, no descartamos que exista algún que otro lamento sobre el desempeño del jugador antipueblo Carlos Tevez, debido a su primera derrota contra el famoso River Plate en el primer superclásico del año.

Una vez finalizada su actividad en Davos, la comitiva se desplazará hacia Francia. Allí, Mauricio Macri se reunirá con su par francés Emmanuel Macron, quien recientemente aprobó una polémica reforma laboral que flexibiliza aún más el mercado de trabajo – ¡Caramba, qué sorpresa! – en medio de un violento clima de protestas. Seguramente el presidente le podrá pedir algún consejo de cara a la reforma que impulsa Cambiemos en el mismo sentido.

Por último, es importante destacar esa optimista visión de Macri sobre la inserción argentina en el sistema internacional. Su optimismo lo llevó a afirmar hasta el hartazgo que llegaría al país una inevitable lluvia de dólares de empresas que esperaban ansiosos un cambio de gobierno para invertir en el país.

Al parecer, el mundo aún no confía en el rumbo económico de Cambiemos más que para la especulación financiera. No la vimos venir.

Este mundo que empieza poco a poco a cerrarse sobre sí mismo, con países que hoy miran más hacia adentro que hacia afuera, está lejos del mundo con el que Cambiemos soñó durante su campaña. Mientras Macri y sus secuaces miran al cielo con cariño esperando que empiece a llover, bien sabemos que cuando eso finalmente ocurra, estaremos siendo meados; y nos dirán que llueve.