Acaso apoyada en datos de la Cámara Argentina de Narcotraficantes, la nota brindaba datos rayanos con lo absurdo, largamente "festejados" en las redes sociales. A Patricia no le importó: tomó la publicación y se aplaudió a sí misma. Algo parecido había hecho unos días atrás, en la mesa de Mirtha Legrand, cuando alguien mencionó una baja en la venta de drogas. Sonriente, la ministra dijo que no había mucho para celebrar, pero celebró.

Más de dos años después de asumir en su cargo, preocupa que la funcionaria entregue su estrategia a la siempre sospechada información de decomiso de drogas por parte de las fuerzas de seguridad y que por eso abandone otros aspectos esenciales de una política de seguridad. En las últimas semanas, asesinaron a un carnicero en Palermo y a un joven padre en Villa Urquiza, barrios en los que resulta difícil recordar cuándo se había producido el último homicidio en ocasión de robo.

El Conurbano, tanto o más inseguro que durante el sciolismo, arde mientras Patricia juega pulseadas con Cristian Ritondo, otro fervoroso devoto de la estadística policial. Frente a ese escenario, la única idea de Patricia fue saturar de efectivos diez cuadras de Palermo durante quince días por el robo de un reloj a Jorge Rial. Una ridiculez que no sirvió para absolutamente nada: este fin de semana, también en Palermo, le robaron al productor y empresario Diego Kolankowsky.

Así, y en un momento delicado para Cambiemos, Patricia suma problemas y vuelve a exponerse al ridículo. Era de esperar que el mejor equipo de los últimos 50 años tuviera algo mejor que ofrecer en materia de seguridad.