"Nuestro mejor homenaje al doctor Alfonsín es demostrar que somos capaces de construir una Argentina unida, como él soñó. Con instituciones sólidas y con políticas públicas que mejoren la calidad de vida de nuestra gente. Que juntos podamos encontrarnos en una visión de largo plazo y de construcción colectiva que, más allá de las diferencias y las dificultades del día a día que tenemos, nos mantenga el foco puesto en construir un Estado al servicio de los argentinos. Esa es la revolución por la que Alfonsín luchó y esa es la revolución que estamos haciendo juntos y en paz, gracias a una mayoría madura, que rechaza la violencia de acción y de palabra".

"Acá hay una manera de acción politica que evidentemente pone dos modelos sobre la mesa: el nuestro, que es democrático, republicano, querer resolver los problemas en las instituciones y no en la plaza con manifestaciones. No es ese poder que se impone por la violencia lo que puede ganar en la Argentina. La gente tendrá que volver a elegir entre dos ideas muy distintas de cómo conducir la Argentina".

La primera declaración es del presidente Mauricio Macri. La pronunció ayer, durante el homenaje a Raúl Alfonsín en el 35º aniversario de su llegada a la presidencia. La segunda, más clara, pertenece a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Se la dijo anoche a Joaquín Morales Solá en TN. 

Pero el autor intelectual de los dichos del presidente y la ministra es otro: Jaime Durán Barba. La crisis económica, la elección en Brasil, el ascenso de Cristina Kirchner en las encuestas, la convocatoria del peronismo a la unidad y los episodios que se registraron en las afueras del Congreso fueron algunos de los ingredientes del cóctel que llevó al consultor ecuatoriano a diseñar una estrategia electoral que lleva la polarización al extremo: nosotros o los violentos.

El Gobierno ya explotó la corrupción kirchnerista en 2015 y en los primeros años de gestión. Pero los tarifazos, los despidos, la inflación, las paritarias a la baja, la pérdida del poder adquisitivo del salario, la devaluación y el regreso del FMI se comieron rápido esas reservas. Ahora necesita ser más brutal. No solo son corruptos, además son violentos. Amenazan, condicionan, obstruyen, intimidan, extorsionan. Son golpistas. Como la grieta, pero más ancha.