Mientras el gobierno negocia la aprobación del Presupuesto 2019 y la economía se congela, Macri advirtió: “Si me vuelvo loco, puedo hacer mucho daño”. ¿Más todavía?

En la última semana, el dólar parece mantener una estabilidad relativa luego de incrementar su valor un 30% en relación con nuestra moneda hace pocos días atrás. La baja constante del peso argentino hace pensar que la corrida cambiaria aún no ha terminado y que la devaluación no tocó fondo. En paralelo, la economía sigue dando signos de debilidad. Las reservas, el poder adquisitivo y los salarios siguen cayendo, pero la inflación, el déficit comercial y los precios no paran de subir. Digamos todo.

En este marco, el oficialismo intenta destrabar el Presupuesto 2019 que supone un ajuste brutal para las provincias. Con una inflación del 6% proyectada para septiembre -según la consultora Ecolatina-, parece que el visto bueno del Fondo Monetario Internacional a la iniciativa oficial no alcanza. Los gobernadores miran con recelo el presupuesto y saben que su aprobación sirve para sostener la fuga de capitales en el último año de gobierno macrista. Una especie de respirador artificial para Cambiemos.

Algunos gobernadores peronistas por el momento se muestran escépticos. Nadie quiere quedar pegado al ajuste, pero también corren con la posibilidad de ser acusados de impedir la gobernabilidad. Sin embargo, algunos ya tomaron posición. El gobernador de La Pampa, Carlos Verna, no anduvo con vueltas al asegurar que no le puede pedir a sus legisladores que voten un presupuesto de ajuste, de paso mandó un mensajea sus compañeros: “Algunos gobernadores peronistas están más cerca de Macri que de Perón”. Se tenía que decir y se dijo.

En el presupuesto el gobierno nacional plantea un sospechoso dólar de $42 y una dudosa inflación de 23% para 2019. Cabe recordar que la estimación para el año 2018 era de un dólar a $19,30 y una inflación del 15,7%. La realidad muestra que el dólar ya está en $38 y la inflación superará el 40%, ni Higuaín erró tanto.

El jefe de Estado tiene que mostrarse calmado, como un gran piloto de tormentas. Esa es la línea oficial y el objetivo de la visceral frase que expresó en su visita a Mendoza. Mostrarse como un tipo que la pasa mal pero que resiste. De hecho, luego de atravesar la pijamada cambiemita en Olivos, el presidente dijo que pasó “los peores 5 meses de su vida”. Sin embargo, se supo que para mantener la calma Macri tiene armonizadores espirituales budistas, hace deporte y juega a armar rompecabezas con su hija Antonia. No me afloje, presidente coraje.

Mauricio Macri invocó la posibilidad de hacer daño si se vuelve loco. Y nos preguntamos: ¿todavía puede hacer más daño? Claramente sí. En casi tres años de gestión las condiciones de vida de la mayoría de los argentinos se vieron perjudicadas con constantes devaluaciones, tarifazos, pérdida de los puestos de trabajo, cierres de pymes, caída de exportaciones y una inflación galopante que nunca supo controlar. 

Encima, el panorama a futuro no parece alentador. El presidente no está dispuesto a cambiar el rumbo, sino que todo lo contrario porque apunta a profundizar el modelo que nos llevó a este punto tan delicado. Esto bien parece una locura de un tipo que hace daño, un piloto de tormentas que ve la tormenta de frente y acelera mientras toma el micrófono y te susurra “yo también la estoy pasando mal”.

Recordemos que la semana pasada en un pésimomensaje grabado, Macri preguntó retóricamente si alguien creía que a él lo hacía feliz hacer lo que estaba haciendo, casi como un marido golpeador que le dice a su pareja “¿vos te pensás que me hace feliz pegarte?”. 

El daño ya está hecho y puede ser aún peor de acuerdo al presupuesto 2019. Quienes levanten la mano para aprobarlo estarán avalando el daño que hace Mauricio Macri a toda la sociedad. No es la locura del presidente lo que hace daño, sino el modelo económico que pilotea y los copilotos que lo sostienen.