Mientras el Gobierno nacional le rinde cuentas a la misión técnica del Fondo Monetario Internacional y dirige su agenda hacia la lucha contra la inseguridad, la corrupción y el narcotráfico, la recesión económica no ve la luz al final del túnel y continúa arrojando datos negativos.

Por la caída en las ventas y la falta de planes en cuotas, en enero las compras con tarjeta de crédito se contrajeron un 20% en pesos y un 50% en dólares. La principal causa se debió a la política monetaria contractiva que aplicó Guido Sandleris a instancias de Christine Lagarde, al fijar tasas de interés superiores al 70%, lo que derivó en la jubilación de los planes en cuotas.

El magro cóctel de 2018, que incluyó una devaluación del 100% de la moneda nacional, la inflación más alta desde 1991 y una caída en el salario real cercana al 15%, impactó de lleno en el consumo, que no para de reflejar índices adversos.

Más coletazos de la recesión: por las altas tasas, se desploma el consumo con tarjeta

Un fiel reflejo de la situación lo expusieron los turistas argentinos, quienes debieron optar por vacaciones en el interior del país a raíz de las corridas cambiarias que llevaron al dólar a los $40. 

En diciembre, las compras con tarjetas en el exterior ya habían experimentado un derrumbre interanual cercano al 60%, lo que significó el peor nivel de gastos desde 2011.

En enero, más de 2500 comercios minoristas cerraron sus puertas en el Área Metropolitana de Buenos Aires, el patentamiento de autos 0 kilómetro plasmó una merma interanual superior al 50% y el de motos un descenso del 44%.