Luego de su gira por Rusia, Suiza y Francia en la que cosechó más fotos que inversiones, el Presidente trata de recuperar el control de la agenda pública anunciando un tramposo plan de austeridad.

El día lunes Mauricio Macri anunció una serie de modificaciones que se implementarán en el Poder Ejecutivo Nacional: se aplicará una reducción del 25% de los cargos políticos, los familiares de los ministros no podrán ser parte del gobierno y se congelarán las paritarias para los funcionarios. Sin embargo, el anuncio esconde algunas cuestiones interesantes para analizar.

Sobre el primer punto, hay que recordar que luego de la asunción del presidente Macri en 2015, los ministerios pasaron de 18 a 22, las secretarías de 69 a 84 y las subsecretarías de 105 a 203. Es decir que, como afirma una nota del diario La Nación firmada por Mariano Obarrio, la estructura del Estado aumentó un 25% desde diciembre de 2015, ¡Vaya casualidad! El mismo número que se va a reducir en esta ocasión, por aquí nada nuevo bajo el sol.

El siguiente anuncio fue el que genero más debate, principalmente considerando su aplicación. Según informaciones, el decreto obliga a renunciar a todos los familiares directos de los funcionarios a partir del 28 de febrero. Les da un mes de yapa, digamos todo. Cabe destacar que por la cantidad de despidos que sufrirá la familia Triaca se espera que esto impacte fuertemente sobre la tasa de desempleo haciéndola subir drásticamente.

De todos modos, no deja de ser curioso como en el actual oficialismo durante sus tiempos de oposición fueron muy críticos del nepotismo. Tiempo después, ya siendo gobierno defendieron a rajatabla las designaciones de familiares, incluso hasta el mes pasado cuando la hermana de Jorge Triaca fue designada como directora del Banco Nación. En ese marco, el jefe de Gabinete, Marcos Peña afirmó que “lo importante tiene que ver con la capacitación y los méritos para ocupar ese cargo político”. Cambiamos.

Preocupados por sus negocios, el entorno más cercano al Presidente recibió con alegría una importante omisión en el decreto. La buena noticia es que el Decreto 93/2018 no prescribe a familiares y amigos del gobierno puedan ser beneficiados por la obra pública, ni que un fondo que fue administrado por un ministro tome una deuda que él mismo emitió o que el hermano del presidente pueda blanquear millones. Una omisión leve, casi una boludez.

En relación al congelamiento de los salarios de los funcionarios, el estilo De la Rúa 2001 como un gesto de austeridad se impuso. De esta forma se entiende el siguiente mensaje: “Si nosotros que somos gobierno y la levantamos en pala nos ajustamos, la población en general con un promedio salarial de 11 mil pesos también lo hará”. Lo cierto es que los ministros del Gobierno Nacional cobran sueldos de 180 mil pesos así que se prevé que no tendrán problemas en llegar a fin de mes. A su vez, no debemos omitir que su salario mensual no solo está compuesto por el sueldazo en blanco que tienen por las decisiones que toman, a esto sumemos las inmensas ganancias que obtienen sus empresas por las resoluciones que ellos mismos toman.

La cuestión definitiva es que no hay grandes cambios: la estructura del Estado será la misma que heredó en 2015, los familiares afectados son muy pocos y, encima, solo se trata de una decisión pour la galerie para tapar un problema mucho más importante (Triaca). Y en esto coincidimos con el Marquitos de diciembre: lo importante es la idoneidad para el cargo y que se acceda al mismo de manera transparente, no quién es el familiar. Por último, congelar sueldos de $180 mil pesos es lisa y llanamente un acto demagógico.

Este anuncio para la tribuna es la forma más elegante que encontró el gobierno para dar por superado la polémica en la que se vio involucrado su ministro de Trabajo que empleaba en negro a su asistente y cobraba a través de un sindicato que él mismo ordenó intervenir: el ministro Jorge Triaca se fue de vacaciones y zafó. Pero recuperar la agenda y ganar algo de la credibilidad pérdida ante la sociedad luego del ajuste previsional a fin del año pasado y el resto de medidas impopulares tomadas por Mauricio Macri y su equipo le tomará un poquito más de tiempo. Mientras tanto, el presidente se golpea el pecho y mira a la tribuna esperando una ovación.