El guión está escrito y circula entre los aliados del Presidente. Si Mauricio Macri entendiera finalmente que los números no le dan, que la sociedad no aguanta y que la palabra futuro ya no le calza, podría hacer un gesto para ponerse a la altura de lo que le reclama a los demás. Cumplir, sobre el filo de su mandato, con la contribución para unir a los argentinos y declinar su candidatura con un mensaje trascendental hacia los votantes y el mundo que lo creyó una esperanza. "Hice mi aporte, evité que el país se convirtiera en Venezuela, ahora le toca a otro seguir la tarea”. El Alfonsín de una derecha que no se reconoce como tal; eso le dicen que podría ser. El padre de una democracia a salvo del populismo y de su antítesis clase B, el macrismo.

Sin embargo, el guión no convence a su protagonista principal y el Presidente sigue en una trama donde el tiempo se le acaba. Precisa que la cosecha récord derrame sobre los desencantados y el paquete de emergencia reduzca el impacto de una crisis sin final establecido. Dos apuestas difíciles por no decir inviables. Los dólares del campo enfrían la cotización de la divisa pero no pueden impedir que el riesgo país siga subiendo y que las víctimas del ajuste sigan creciendo, hundidas en la recesión.

En un intento tardío por salir del encierro, Macri multiplica las mesas para escuchar las plegarias de María Eugenia Vidal, los planteos de Martín Lousteau, las alertas de Horacio Rodríguez Larreta y los programas del radicalismo. Pero sus tres años de fracaso económico lo vuelven estéril para enfrentar una nueva elección: por más que quiera, no puede prometer nada estimulante. Ni a los votantes que padecen el día a día, ni al Círculo Rojo, ni a los fondos de inversión que lo juzgan por las encuestas y el índice de inflación. Hasta la socia mayoritaria de la alianza de gobierno, Christine Lagarde, empieza a hablarle a los candidatos de la oposición.

Sus tres años de fracaso económico lo vuelven estéril para enfrentar una nueva elección: por más que quiera, no puede prometer nada estimulante.

Si Macri desistiera de renovar su aventura en el poder, dicen los autores del guión, abriría un menú de posibilidades en las que Vidal y Lousteau podrían hace un nuevo ensayo en sociedad con el peronismo de centro. Y Cristina Fernández de Kirchner vería reducidas al instante sus motivaciones para volver. La ex presidenta saldaría con ayuda externa el debate que se instaló en el seno de su familia, con su hijo mayor volcado a la política y su hija menor distante de un mundo que juzga despiadado.

Pero el ingeniero persiste y la ex presidenta se encamina hacia una nueva candidatura, según la opinión mayoritaria dentro y fuera del cristinismo. A pura voluntad y con la frente llena de chichones, Sergio Massa también está en carrera. Al ex intendente de Tigre lo escoltan empresarios que invitan a comer y hasta parecen dispuestos a financiar campañas en el país de Centeno. Con eso, le sobra para cantar en política truco con un cuatro, como en las madrugadas de Tigre.

Las elecciones dividen familias del Círculo Rojo. Lo muestran los hombres de negocios que apuestan a Massa, los que se ilusionaron con Roberto Lavagna y también el choque de intereses circunstanciales entre socios y amigos que bifurcan sus caminos, como Jorge Brito y Guillermo Stanley.

Lavagna pide por un consenso que no echa raíces. Escéptico ahora con el rumbo de un peronismo que no se une, Carlos Corach recuerda entre sus amigos del PJ un dato que anula las chances del ex ministro: hace casi 100 años que nadie va a buscar a nadie en la política argentina. "El último caso fue Alvear en 1922, que regresó al país de Francia por pedido de Yrigoyen”, dice.

El economista de las sandalias espera el salto de Lousteau y sueña con un seleccionado de outsiders que no están seguros de arrancar perdiendo. El Emilio Monzó que el macrismo dejó libre sería titular indiscutido en su equipo, con la tarea de disciplinar a sus amigos impetuosos, Massa y Urtubey.

Si Macri desistiera de renovar su aventura en el poder, abriría un menú de posibilidades en las que Vidal y Lousteau podrían hace un nuevo ensayo en sociedad con el peronismo de centro.

Nada está definido y persiste el esfuerzo por repatriar a Massa para la nación kirchnerista. Pero CFK siente que puede ganar las elecciones en provincia con Axel Kicillof, capaz de reunir en un solo cuerpo dos características que no sobran en ningún lado. Lealtad y votos.

Una parte de la dirigencia peronista habita su propia temporalidad, a años luz de los que padecen el minuto a minuto la inflación, la caída de consumo, el desempleo, la pobreza y -también- las tasas de interés prohibitivas. Eso explica que resurja el planteo de esperar otros cuatro años para que la polarización finalmente quede atrás y asome el peronismo renovado.

Macri tiene un solo mandamiento: cumplir con el vía crucis del déficit cero, la promesa que le hizo al Fondo, involucra a todo el país y genera cambios contranatura. Después de 11 elecciones y cinco presidentes, la multinacional Indra acaba de quedar afuera del negocio del escrutinio provisorio, que monopolizaba desde hace dos décadas.

Macri tiene un solo mandamiento: cumplir con el vía crucis del déficit cero, la promesa que le hizo al Fondo, involucra a todo el país y genera cambios contranatura

En medio de una licitación que baja las exigencias, no registra las objeciones de las partes y se resuelve entre las cuatro paredes del Correo Argentino, el macrismo argumenta que la prioridad es ahorrar en todas las líneas. Bajar los costos de los 33 millones de dólares que se gastaron en 2015 a los 17 millones que se pagarán ahora, devaluación furiosa mediante. Gigante trasnacional que opera en 46 países, la firma de capitales españoles ya anticipó que impugnará el dictamen en la Justicia, en un caso similar al que enfrentó a Macri con Techint por los subsidios de Vaca Muerta. Son choques impensados, forzados por la guillotina del Fondo, en la explicación más benigna.

Peor sería que la sinuosa Smartmatic se imponga a la catalana Scytl y termine beneficiada por el lobby de Jorge Born hijo, un empresario que busca de recuperar lo que aportó para la campaña 2015 del Presidente, tal como cuenta Hugo Alconada Mon en su libro "La Raíz”. En el mercado y el Correo confirman que el heredero del imperio Born defiende los intereses de una compañía con escasos antecedentes.

De cuidado perfil bajo, al lobbysta de Smartmatic le atribuyen amistad con Macri y no le faltan contactos con el gobierno. Estuvo hace tres semanas en la cena de gala del CCK durante el agasajo a los reyes de España. Compartió la Mesa 6 con otros dos notables: el representante de Indra, Fernando Abril Martorell -ahora devenido su víctima- y Patricia Bullrich, la ministra estrella que conoce a los Born desde que era poco más que una adolescente. Sería una deshonra que su apellido vuelva a trascender las fronteras como sinónimo del tráfico de influencias.