La pandemia del coronavirus trastocó todos los planes de la Educación en la Argentina. Desde el 20 de marzo, fecha que se decidió el aislamiento social obligatorio, millones de alumnos -en los cuatro niveles- vieron modificado su cronograma ante la imposibilidad de regresar a las aulas. Pero la dificultad también se trasladó a la financiación de los jardines: tal como difundió el portal Noticias Argentinas, varios institutos privados, ya sea maternal o inicial, iniciaron el trámite para que el Estado abone parte los sueldos de los maestros, pero desde la AFIP, aún, brillan por su ausencia.

Con la cuarentena, tanto en el primario como en el secundario, la suspensión de las clases presenciales derivó a la modalidad virtual, en los jardines, la realidad fue otra: las aulas online son más complejas de llevar a la práctica. En especial, en las salas de uno, dos y tres años, que no están incorporadas al programa nacional de Enseñanza Oficial.

Esa dificultad se transportó, directamente, al pago de las cuotas por parte de los padres. Según la asociación civil Coherencia -que agrupa a 250 jardines privados de la Ciudad- al menos del 50% de los que inscribieron a sus hijos, no abonaron las cuotas de marzo y abril.

"A ese porcentaje hay que agregarle una caída del 15% en las matrículas", confirmó Teresa Rosendo, de Coherencia.

En la Ciudad radica gran parte del problema. La matrícula privada es la mayor del país: escala hasta el 50%, en los niveles inicial, primario y secundario. Según el Ministerio de Educación porteño, hay un total de 1.550 centros educativos, de los cuales, el 62% están subsidiados por el Estado en el pago de salarios.

El resto, unos 500, sólo dependen del aporte familiar. Y entre ellos, los 250 jardines privados.

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La alerta ya se había encendido desde el inicio de la cuarentena, a mediados de marzo, y se potenció con las últimas declaraciones de Nicolás Trotta, ministro de Educación, quien en reiteradas oportunidades aseguró que "hasta agosto no volverán las clases".

"Pedimos solidaridad de los padres, muchos de los cuales se niegan a pagar la cuota porque dicen que como no hay clases, son ellos los que están haciendo nuestro trabajo. Y nosotros estamos trabajando para los jardines y los padres reciben actividades para sus hijos. Además, ellos asumieron un compromiso cuando los matricularon. Ahora tenemos que sostener entre todos la educación", completó Rosendo.

¿Y el Estado?

Pero si los inconvenientes quedaron latentes con los padres, el ida y vuelta de los jardines privados con la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) escaló mucho más.

El organismo que comanda Mercedes Marcó del Pont había indicado, a fines de marzo, que la problemática con la asistencia a las instituciones educativas radicaba en que varias escuelas recibían algún tipo de subsidio del Estado. Y, por ende, era difícil justiciar que se duplique la asistencia estatal.

Desde Coherencia informaron a El Canciller que las 250 jardines privados de la Ciudad no recibían ayuda gubernamental. Pero, ante el contexto de la cuarentena -y con la baja en las matrículas- varios centros educativos se inscribieron en el programa de Atención al Trabajo y la Producción (ATP) que dispone el Ministerio de Producción.

Al principio fueron aceptados, pero eso no significó el fin del problema. En las capturas que circularon por varios medios, las solicitudes pasaron de aprobadas a que, al momento de cargar los datos, la planilla con los CUIL de los empleados desapareciera del sitio.

La historia pareciera, al final, tener un final (un poco más) feliz. El último jueves, ante las críticas mediáticas y el reproche de más de 2.000 jardines, el Ministerio de Educación Nacional confirmó que los jardines -maternales e infantes- de gestión privada serán incluidos en el programa de asistencia. Habrá que esperar.