El viernes 16 de julio se estrenó la tercera entrega de La calle del terror, la trilogía basada en las novelas de R.L. Stine que Netflix fue lanzando consecutivamente durante los primeros tres viernes del mes. Ambientadas en la misma ciudad de Shadyside, pero en épocas muy diferentes, las tres películas tienen un trasfondo y una historia en común que las une, pero además son una forma de homenajear a las distintas maneras de encarar el género que tuvo el cine en buena parte de su historia.

Para entender cómo fue llevar a la pantalla esta trilogía, El Canciller habló con la guionista y directora Leigh Janiak.

Según la sinopsis oficial, La calle del terror trata sobre la historia de Shadyside a través de la pesadilla que vive hace 300 años. Para contarlo, Janiak se situó en tres años completamente diferentes, empezando y tomando de base 1994, cuando un grupo de adolescentes descubre que los distintos eventos que aterrorizaron al pueblo podrían estar relacionados entre sí. Para esta película, la guionista y directora explicó que buscó homenajear a Scream, “el máximo exponente de esa época”.

La segunda parte –estrenada el pasado viernes 9 de julio-, está ambientada en 1978 y el terror lo desata un vecino poseído por la necesidad de matar cuando las actividades en el Campamento Nightwing están por comenzar. Viernes 13, La masacre de Texas y Pesadilla en la calle Elm fueron los clásicos que Janiak homenajeó con esta entrega.

Para la tercera parte, fue El nuevo mundo de Terrence Malick. Situada en 1666, esta última entrega que se estrenó el 16 de julio, explica el origen de la maldición que lleva 300 años aterrorizando Shadyside.

Leigh Janiak: “Era importante poner en primer lugar a personas que la sociedad trata como 'otros'"

“Las historias de R. L. Stine se centran en esta idea de lo que se repite infinitamente”, explicó Janiak sobre el trasfondo de la trilogía al tiempo que aseguró que la mitología de las películas gira alrededor de que el sistema está “podrido”. En esa podredumbre hay un chivo expiatorio: “una bruja que es la fuente de todo lo malo que le sucede al pueblo”. La idea de que los asesinos representaran esa podredumbre del sistema fue uno de los conceptos que más atrapó a la directora y guionista de 41 años, que creció leyendo los libros de R. L. Stein y que no se considera una “directora de cine de terror”.

La idea original, que debió modificarse por culpa de la pandemia, era estrenar en cine cada una de estas películas, en meses consecutivos. En su lugar, y junto a Netflix, decidieron lanzar un film por semana durante julio, algo usual en las series pero poco convencional cuando se trata de cine. En este caso pudieron darle forma cuando comenzaron “a pensar en el proyecto como un híbrido entre cine y televisión”, según reveló la propia Janiak.

Leigh Janiak: “Era importante poner en primer lugar a personas que la sociedad trata como 'otros'"

“El espíritu de los libros definitivamente se siente en todas las películas”, analizó la directora después de explicar que no se trata de adaptaciones directas de ninguna historia en particular salida de las exitosas novelas. En ese sentido, intentó evitar algunos clichés del género, como que solo "los personajes blancos y heterosexuales llegaban vivos al final de la película”.

“Era importante que La calle del terror pusiera en primer lugar a personas que la sociedad tradicionalmente trata como ‘otros’, y de ahí vino la idea de tener personajes que fueran queer”, detalló Janiak sobre la relación de Sam (Olivia Welch) y Deena (Kiana Madeira). “Queríamos contar una historia de amor y queríamos que reflejara auténticamente la experiencia de qué era ser queer en los noventa”, agregó.

Leigh Janiak: “Era importante poner en primer lugar a personas que la sociedad trata como 'otros'"

Aún sin considerarse una referente del género, Janiak logra captar lo mejor del mismo y también agregarle una vuelta de tuerca para escaparle a los clichés y estándares establecidos. También sirve como una aproximación para los jóvenes, y para los no tanto también, a que conozcan la obra de Rober Stine, uno de los novelistas de terror más reconocidos de la actualidad.