No fue el primero en apostar a la posesión, pero fue Josep Guardiola el DT que hizo de la tenencia de la pelota un baluarte innegociable. A cargo del primer equipo del Barcelona, Pep consiguió el famoso triplete (Liga, Copa local y Champions) en 2008-2009 y, en sus cuatro temporadas, levantó 14 títulos. Muchos periodistas, jugadores y medios coincidieron en que ese Barcelona jugaba el mejor fútbol del mundo.

Desde ese momento, la última década estuvo dominada por clubes y selecciones que apostaron al tiki-tiki para levantar copas: el Barcelona, España en el Mundial 2010, el Bayern Munich del 2013 (a cargo de Jupp Heynckes) o Alemania en Brasil 2014 son algunos ejemplos. Sin embargo, una etapa del Real Madrid que comenzó con Carlo Angelotti y canalizó Zinedine Zidane, quien incluso hoy recibe críticas sobre el juego del Merengue, demostró que no se trata de tener la pelota en los pies.

Este año, después de la final de la Champions, un hincha del Real Madrid describió lo sucedido en los últimos años entre los dos rivales españoles. “De niño les sacabamos seis champions al Barça, llegó Cruyff, inventaron el fútbol; llegó el dios Messi y la mejor generación que jamás ha visto este deporte, junto al mejor entrenador de la historia, Guardiola, que además es filósofo, jugando maravilloso; pues ahora les sacamos ocho”, escribió. Si bien se trató de una burla, sus palabras describen una de las mayores críticas que se le hacen a los planteos de técnicos como Marcelo Bielsa, Jorge Sampaoli o Josep Guardiola.

La posesión por sí sola no sirve. La lateralización de la pelota puede funcionar para encontrar huecos en las líneas de contención rival. Pero los que apostaron a estos esquemas y triunfaron lo hicieron por el desequilibrio, la verticalidad y el dinamismo para romper el orden del contrario, algo que no logró Argentina, con una tenencia cansina y letárgica; Alemania, sin generación de juego ofensivo; ni España, para muchos el principal candidato a quedarse con la Copa del Mundo, que sólo demostró algo de rebeldía en el primer partido del certamen, donde se encontró con un Cristiano Ronaldo iluminado que logró empatar el partido.

Además, el resto de los equipos comenzó a “sacarle la ficha” al juego de posesión. La paridad física entre todas las selecciones del Mundo hace que las potencias sólo se diferencien en la jerarquía individual. Defensas replegadas, contraataques rápidos y jugadores de roce que no sienten ninguna humillación en pararse los 11 detrás de la mitad de la cancha, en regalar la pelota al rival o en intentar ganar gracias a alguna carambola o un penal conseguido por medio del VAR, obligan a los directores técnicos de todo el mundo a repensar sus esquemas.

Tampoco sirven las voces que manifiestan que “hay que jugar a ganar”. Ganar no es una manera de jugar. Tener la pelota en los pies y hacer pases laterales infinitamente hasta que aparezca algún hueco sí lo fue y generó grandes resultados, pero hoy parece un planteo amenazado por la costumbre, el juego físico y la falta de verticalidad. Tal vez, llegó la hora de que aparezca un nuevo Guardiola que haga absolutamente lo contrario.