"Nuestro acuerdo con China está cerrado, sujeto a la aprobación final del presidente Xi (Jinping) y yo", así anunció este miércoles el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el fin -al menos momentáneo- de la guerra comercial desatada en abril pasado con el gigante asiático, que ha mantenido en vilo a los inversores y generado gran conmoción en los mercados internacionales en los últimos meses.

El líder republicano puntualizó que su contraparte "suministrará imanes completos y las tierras raras necesarias por adelantado", que resultan insumos cruciales para la industria tecnológica y de defensa. 

En una publicación en su cuenta oficial de la red social Truth, agregó que Washington le proporcionará a Beijing "lo acordado, incluyendo la admisión de estudiantes chinos a nuestros centros y universidades (¡lo que siempre me ha parecido bueno!)".

Asimismo, el magnate precisó que los norteamericanos aplicarán "aranceles del 55%", mientras que los asiáticos le impondrán "un 10%" a las importaciones que lleguen de suelo estadounidense. Con todo, no brindó más detalles sobre los plazos y modos de implementación del pacto.

"¡La relación es excelente! ¡Gracias por su atención en este asunto!", cerró Trump, quien una hora más tarde añadió: "El Presidente XI y yo trabajaremos en estrecha colaboración para abrir China al comercio estadounidense. ¡Sería un gran triunfo para ambos países!".

TE PODRÍA INTERESAR: "Una titán política en Argentina es condenada a prisión": así reaccionaron los medios internacionales al fallo contra Cristina

Las declaraciones llegaron pocas horas después de que los negociadores de ambas potencias confirmaran desde Londres que alcanzaron un entendimiento "sobre un marco general", con la meta de superar las crecientes tensiones comerciales entre las dos mayores economías del planeta, que tenían en ascuas al mundo entero.

"Ambas partes han llegado a un acuerdo y lo presentarán a sus respectivos líderes", había señalado a la prensa el representante chino Li Chenggang, tras dos días de diálogo en la capital de Reino Unido.

Por su parte, el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, aseguró que esto permitiría resolver "la preocupación de su país por las compras de tierras raras chinas", algo que consideran "demasiado restringido por Beijing". Es que según la Casa Blanca, China ha demorado intencionalmente los permisos para exportar este tipo de materiales, esenciales en sectores que fabrican semiconductores y vehículos eléctricos, entre otros productos.

Estas últimas conversaciones en suelo londinense tuvieron lugar después de que hace un mes las partes acordaran en Ginebra bajar la espuma al conflicto y reducir sus respectivos aranceles recíprocos durante un período de 90 días. En ese momento, Estados Unidos le rebajó los impuestos a los productos chinos del 145% al 30%, mientras que su contraparte hizo lo mismo sobre los bienes provenientes del país de Norteamérica, pero del 125% al 10%.

Algo cambió en la ronda más reciente de bilaterales, ya que desde el gigante asiático habían adelantado que la comunicación era ahora "muy profesional, racional, profunda y franca". Li expresó además, en la misma línea, su esperanza de que los avances ayudaran "a fortalecer la confianza mutua".

Probablemente, haya sido clave la conversación telefónica entre Trump y Xi la semana pasada, la cual ambos calificaron de positiva.