Tras un histórico y multitudinario funeral, los restos del papa Francisco ya descansan en Santa María la Mayor
La ceremonia comenzó con una misa en San Pedro, a la que asistieron 50 líderes mundiales, entre ellos Milei, y más de 250.000 fieles. Luego, el cortejo recorrió Roma hasta llegar a la basílica en la que Bergoglio pidió ser enterrado.
Llegó el día del último adiós. Con la presencia de delegaciones de 170 países, 10 monarcas y 50 líderes mundiales, entre ellos Javier Milei, y un impactante operativo de seguridad, el papa Francisco fue enterrado este sábado en la basílica romana de Santa María la Mayor, como corolario de una jornada histórica que se inició a las 10:05 hora local (5:05 de Argentina) con una misa exequial en la Ciudad del Vaticano.
Más de 250.000 personas, según fuentes oficiales, llegaron desde muy temprano a la plaza de San Pedro, frente a la basílica homónima, donde hasta el viernes y durante tres días una cantidad similar de fieles -entre ellos la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, y los presidentes de Francia y Brasil, Emmanuel Macron y Luiz Inácio Lula da Silva- se acercaron para despedir al argentino que lideró la Iglesia Católica desde el 13 de marzo de 2013 hasta el pasado lunes, cuando murió a los 88 años en la Casa Santa Marta, una residencia vaticana para sacerdotes y visitantes.
La eucaristía se llevó a cabo en la plaza y fue presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, de 91 años y elegido especialmente por el Sumo Pontífice para encargarse del evento y de, posteriormente, organizar el cónclave en el que 135 cardenales definirán la sucesión papal.
TE PODRÍA INTERESAR: Cerraron el ataúd de Francisco, luego de que más de 250.000 fieles despidieran al Papa en la basílica de San Pedro
En una emotiva alocución, interrumpida varias veces por aplausos, el religioso italiano hizo una semblanza del fallecido Santo Padre, en la que destacó su acercamiento a los marginados, su desprecio por las guerras y sus esfuerzos por "alzar su voz implorando la paz". "Fue un Papa en medio de la gente, con el corazón abierto hacia todos", sostuvo antes de recordar una de las habituales frases del jesuita argentino: "Construir puentes y no muros".
La ceremonia tuvo en primera fila al presidente argentino, que llegó el viernes a Roma, a Meloni y al jefe de Estado italiano, Sergio Mattarella, mientras que a continuación se ubicaron miembros de la realeza, como el rey Felipe VI y la reina Letizia, de España, y el príncipe Guillermo, del Reino Unido, quien viajó en representación de Carlos III.
En ese misma línea se sentaron los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de Ucrania, Volodimir Zelenski, al igual que Macron. Atrás se apostaron los mandatarios del resto de los países que enviaron delegaciones, ordenados de forma alfabética en francés. Entre otros, estuvieron presentes Lula y el alemán Frank Walter Steinmeier. También los jefes de Estados de Polonia, Irlanda, Portugal, Austria, Hungría, República Checa, Rumania, Eslovenia, Eslovaquia, Lituania, Letonia, Estonia, Moldavia y Kosovo. A su vez, la Unión Europea fue representada por Ursula von der Leyen, la número uno de la Comisión Europea, y su par del Consejo, António Costa.
A la homilía asistieron, además, los funcionarios que acompañaron a la capital italiana al líder de La Libertad Avanza: la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei; el vocero Manuel Adorni; el canciller, Gerardo Werthein, y las ministras de Capital Humano y de Seguridad, Sandra Pettovello y Patricia Bullrich, respectivamente.
Tras la misa, que duró casi dos horas, un austero cortejo fúnebre acompañó el cuerpo del Papa hasta la basílica de Santa María la Mayor, situada en el barrio de Esquilino, donde Jorge Bergoglio pidió ser enterrado. La comitiva recorrió seis kilómetros del corazón de Roma, en un trayecto cargado de simbolismo y con miles de personas aplaudiendo su paso.
El féretro fue trasladado en un vehículo que salió de la Santa Sede a las 12:28 hora local (07:28 de Argentina) por una de sus puertas laterales. La comitiva atravesó la galería Príncipe Amadeo de Saboya, continuó por el Corso Vittorio Emmanuele hasta alcanzar la plaza Venezia, donde giró en dirección a los Foros Imperiales. Desde ese punto histórico, el cortejo tomó la Via Labicana y posteriormente la Via Merulana, dejando a la vista la basílica de San Juan de Letrán, antes de llegar finalmente a Santa María la Mayor, el habitual rincón de oración de Francisco antes o después de sus viajes.
Allí, el féretro fue recibido por un grupo de personas de bajos recursos, para luego procederse al entierro, que no fue mostrado por la transmisión oficial.
La lápida que permanecerá junto al cuerpo del Sumo Pontífice fue realizada en mármol de Liguria, con "Franciscus" como la única inscripción. Tiene una reproducción de su cruz pectoral y cuenta con la imagen, en plata, del Buen Pastor.
El operativo de seguridad fue gigantesco. Unos 11.000 militares y agentes de distintas fuerzas custodiaron toda la ceremonia, para la que también se dispusieron unidades antidrones con sistemas de inhibición de señal. Asimismo, la Protección Civil italiana desplegó 3.000 voluntarios, 55 equipos sanitarios, 11 puestos médicos y 52 ambulancias adicionales. Además, francotiradores se parapetaron en áreas clave, con apoyo de helicópteros, aviones, equipos antiexplosivos, perros adiestrados y detectores de metales.