"Entré a la habitación y el Papa tenía los ojos abiertos. Intenté llamarlo, pero no contestó. Le di una caricia": así narró el médico personal de Francisco cómo fueron los últimos momentos de su paciente y amigo.

El cirujano romano Sergio Alfieri reveló en entrevistas brindadas a los diarios italianos Corriere della Sera y La Repubblica que vivió momentos difíciles cuando llegó a Santa Marta en la mañana del lunes pasado, día en que falleció el Sumo Pontífice.

Contó que ya había entrado en coma y "no había nada que hacer", y detalló el deseo personal de Jorge Bergoglio cuando llegara el día: había pedido no ser intubado y "morir en casa". Y agregó que desde la primera operación de colon -en 2021- siempre les pidió a los médicos evitar el ensañamiento terapéutico: "Durante la última internación pidió expresamente no proceder en ningún caso a la intubación".

Por otra parte, el especialista -que, además de acompañarlo durante toda la internación de más de un mes entre el 14 de febrero y el 23 de marzo por la neumonía bilateral que deterioró mucho su salud, lo operó en 2021 y 2023- afirmó que, desde su punto de vista, Francisco sabía que estaba llegando su fin.

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Alfieri acompañó a su paciente y amigo en los últimos meses de vida, que no fueron nada fáciles. Sobre su último día, expresó que -en la madrugada del lunes- el enfermero personal del Papa, Massimiliano Strappetti, pensó que había que volver a llevarlo al hospital Gemelli y por eso lo convocó. Pero que ya no había nada que hacer para los médicos.

"El lunes a eso de las 5:30 me llamó Strappetti: ‘El Santo Padre está muy mal, tenemos que volver al Gemelli’. Puse a todos en alerta y veinte minutos después estaba en Santa Marta. Sin embargo, me parecía difícil pensar que fuera necesaria una internación", confesó.

Asimismo, relató sobre su último encuentro con el jesuita que se convirtió en el líder de 1.400 millones de católicos: "Entré en la habitación y él tenía los ojos abiertos. Constaté que no tenía problemas respiratorios y entonces intenté llamarlo pero no contestó. No respondía a los estímulos, ni siquiera a los dolorosos. En ese momento entendí que no había nada que hacer. Estaba en coma".

"Corríamos el riesgo de hacerlo morir en el traslado (al hospital Gemelli) y expliqué que una internación habría sido inútil. Strappetti sabía que el Papa quería morir en casa, cuando estábamos en el Gemelli lo decía siempre", añadió. Tal como le había pedido muchas veces a Dios -según él mismo contó y lo ratificaron sus allegados- "murió sin sufrir, y en su casa". "Cuando estaba en el Gemelli no decía ‘quiero volver a Santa Marta’, decía ‘quiero volver a casa", confirmó su médico.

Asimismo, Alfieri añadió que, tras la muerte del máximo representante de los católicos en el mundo, se quedó en la habitación de la suite 201 de Santa Marta junto a los enfermeros Strappetti y Andrea Rinaldi, los secretarios y otros asistentes pontificios.

"Después llegaron todos y el cardenal (Pietro) Parolin nos pidió que rezaramos y recitamos con él un rosario. Me sentí un privilegiado y ahora puedo decir que lo fui. Esa mañana le di una caricia como último saludo", repasó emocionado durante las entrevistas.

Por último, recordó su último encuentro con Francisco lúcido, después del almuerzo el sábado, en vísperas del Domingo de Pascua: "Puedo decir que estaba muy bien, también me lo dijo él. Le lleve una pastafrola oscura como le gusta a él y charlamos un poco y él me dijo ‘Estoy muy bien, retomé mi trabajo y me sienta bien’".

"Sabía que al día siguiente iba a impartir la bendición ‘urbi et orbi’ (a la ciudad y al mundo, en latín) y nos dimos cita para el lunes", añadió. Sin embargo, esa fue la última vez que conversaron, ya que a las 7:35 del 21 de abril se produjo el deceso producto de un derrame cerebral que le provocó el coma y un colapso cardiocirculatorio irreversible, tal como certificó esa misma noche el Vaticano.

"Estaba contento de haber ido a la cárcel de Regina Coeli el jueves santo. Se daba cuenta, sin embargo, que a su físico ya le costaba seguir la cabeza. Lamentaba no haber podido lavarle los pies a los detenidos. ‘esta vez no pude’, es lo último que me dijo", finalizó Alfieri.

Además, consideró que "estuvo bien" que retomara parte de sus rutinas pese a la convalecencia: "Volver a trabajar hacía parte de la terapia y él nunca se expuso a los peligros". "Es como si, acercándose al final, hubiera decidido hacer todo lo que tenía que hacer", agregó y concluyó: "Tengo la sensación de que él sentía que tenía que hacer una serie de cosas antes de morir".