El principal cambio que plantea el nuevo régimen jubilatorio de Jair Bolsonaro es la imposición de una edad mínima para acceder al beneficio: 65 años para los hombres y 62 para las mujeres.

Con el régimen actual, los hombres y las mujeres que realizan aportes por 35 y 30 años, respectivamente, ya pueden jubilarse sin la necesidad de cumplir con ningún otro requisito.

De hecho, aquellos hombres (65 años) y mujeres (60 años) que hayan sumado al menos 15 años de contribuciones también pueden acceder a un beneficio parcial, mientras siguen aportando para alcanzar la jubilación plena.

Con el proyecto enviado al Congreso, el objetivo de Bolsonaro y su ministro de Economía, Paulo Guedes, es reducir sustancialmente el gasto público: con la nueva fórmula, apuntan a ahorrar US$73 mil millones en diez años.

Es que en 2018, en plena campaña electoral y mientras Lula Da Silva era condenado a 12 años de prisión por corrupción, las cajas jubilatorias acumulaban un déficit de casi US$100 mil millones, lo que representaba el 5,5% del PBI de Brasil.

Fue entonces cuando la promesa de Bolsonaro de sanear la economía se convirtió en uno de los pilares sobre los que terminaría construyendo su triunfo. La idea de Guedes era iniciar una transición en el régimen jubilatorio: pasar de un sistema de reparto a uno de capitalización de los aportes individuales.

Sin embargo, ahora, con el primer paro general en marcha y masivas manifestaciones en contra del proyecto, el oficialismo tuvo que recular y cambiar el proyecto de ley antes de presentarlo.

Pese a la negativa de Guedes, el diputado Samuel Moreira excluyó del documento algunas de las propuestas más polémicas como las que afectaban a las pensiones recibidas por ancianos indigentes o por trabajadores rurales. Además, la reforma se limitó solamente al régime jubilatorio nacional, dejando intacto el sistema de retiro de estados y municipios.