La recesión económica se hace notar en la economía de bolsillo. Los precios subieron casi 50% en el 2018 y los salarios no acompañaron a la inflación. La desocupación está en sus máximos niveles y la caída de la actividad golpea a la recaudación del Gobierno, que para cumplir con el déficit cero diagrama más aumentos y sube la carga impositiva: los monotributistas pagarán 28,5% más y muchos deberán subir de categoría. Las cuotas de los créditos hipotecarios UVA se dispararon y unos 30 mil deudores podrán pedir más plazos, alargando la vida de sus pasivos.

Montributistas


La carga impositiva subirá menos que la inflación, ya que la fórmula de la actualización es la misma que la utilizada para los haberes jubilatorios. Sin embargo, este 28,5% representa en muchos casos una cifra mayor al aumento salarial del último año, por lo que en términos reales podría aumentar la tributación.

Pero el principal problema son los límites de facturación, que de ser superados obligan al monotributista a abandonar el régimen simplificado y convertirse en responsable inscripto, con una carga tributaria mucho mayor. Para el comercio de bienes, la última categoría (K), el límite de facturación anual será de $1.726.599, mientras que para los proveedores de servicios -la mayoría dentro del universo monotributista- quedará en $1.151.066, lo que permite una facturación mensual de $95.922, promoviendo la monotributización de las personas.

El primer caso, el del comercio de bienes, habilita la facturación mensual de hasta $143.800 en ventas, configurando un techo “bajo”: es decir, un comerciante debería declarar como mucho esa cantidad de dinero y con ello pagar mercadería nueva, salarios, servicios, alquileres del local, tarifas y sacar algo para sus gastos personales y/o familiares.

Créditos UVA


El boom de los créditos hipotecarios del 2017 se conviritió en un boom de problemas para las familias que los sacaron. El sueño de la casa propia con la modalidad UVA no contemplaba una inflación del 50% anual. Los pagos y el total de la deuda se actualizan mes a mes siguiendo la tendencia de la inflación, por lo que las cuotas crecieron mucho más rápidamente que los salarios, obligando a quienes accedieron a un crédito a pedir que se estiren los plazos de pago.

Sólo en los últimos seis meses, las cuotas se incrementaron un 30%. Y cerraron el 2018 con un alza del 46,8%. Se trata de un suba interanual muy superior a la que, según los últimos datos oficiales, vienen registrando los alquileres en la Ciudad de Buenos Aires (36,1% a noviembre). Los salarios, por su parte, crecieron en promedio un 27,3% en los últimos 12 meses.

Según los cálculos, por el salto inflacionario, quien pidió un préstamo por US$ 102.900 en junio pasado (unos $ 2,9 millones de entonces) con una cuota inicial de $ 19.237, ahora pagará una de $25.159. Del mismo modo, durante los últimos 12 meses, pagos de $ 7.600 saltaron a casi $ 11.200, los de $ 10 mil se fueron ya a $ 14.750 mil, y los de $ 15 mil, a más de $ 22.100.

Pero el salto entre las cuotas es mucho más grande para quienes tomaron un crédito UVA cuando recién fueron lanzados. Las cuotas ya son 121% más altas y, desde abril de 2016, los salarios no crecieron ni cerca de esa cifra. Por eso casi 30 mil deudores activarían la cláusula gatillo, que les permitirá mantener las cuotas más bajas, a cambio de pagar por entre cinco y diez años más.