“Acá se venden muchas teles no porque sean baratas sino porque nadie se quiere perder el Mundial”. La broma de Francisco no cayó bien entre los periodistas chilenos que lo esperaban a su llegada a Santiago. Al Papa no le importó. “Ustedes nos embocaron a Sampaoli, ahora bánquense una joda”, insistió, en su habitual tono descontracturado.

La presencia del Sumo Pontífice en el país trasandino trajo varias polémicas. La primera, futbolera. Pero hubo más. Mucho más.

Luego de extenderse unos 25 minutos en un profundo análisis sobre el presente de la selección argentina - “no me gusta”, “juega para el reverendo orto”, etcétera-, Francisco se metió en la actualidad del fútbol chileno. “No miro mucho, pero soy el Papa y me la juego: me gustaría a Guede en su selección, en San Lorenzo anduvo bien”, indicó.

Momentos después, pidió disculpas, interrumpió la entrevista y se retiró agotado. Es que su agenda no da respiro: a las cinco de la mañana se despierta para hacer una hora de cinta mientras un asistente le lee Clarín, Olé y Página 12. Entre las siete y media y las diez recibe dirigentes de La Cámpora. A las diez en punto frena para escuchar el pase entre Longobardi y Diego Leuco. A las 11 se reúne con su equipo a mirar un capítulo de Black Mirror. Y así todo el día, con un ritmo frenético.

Lo único que logra sacarlo un poco de su mundo de alta política internacional son las compras en Costanera Center. “Posta que en Roma ya no podés comprar un carajo”, se quejó Francisco, y recordó que hace poco intentó adquirir una camiseta del Papu Gómez, pero que el sueldo “no le dio”. Finalmente, el jugador le envió una musculosa de entrenamiento autografiada.

Mientras en el mundo crece la expectativa por el mensaje que dará en los próximos días frente a un millón de personas (o menos), el Papa mantiene múltiples reuniones del más alto nivel. Desde presidentes hasta ejecutivos de grandes corporaciones. El último de ellos, Matías Lammens, presidente de San Lorenzo. “Palabras más, palabras menos, le dijo que ni se le ocurra vender a Blandi, que lo cagaba a trompadas”, reveló una fuente vaticana. El delantero, se sabe, es una de las debilidades de Bergoglio.

La misma fuente confirmó que su Santidad tiene pensado visitar la Argentina “en las próximas décadas” y negó cualquier tipo de enfrentamiento con “el garca” de Macri: “Al contrario, tiene una excelente relación con ese señor que prefiere ni nombrar”.