En su edición dominical, Clarín reveló el nuevo escenario de la guerra del Gobierno contra la corrupción kirchnerista: la trama escondida detrás de la estatización de YPF que, según el periódico, fue solo una tapadera que escondía el intento de Néstor Kirchner de quedarse con la petrolera estatal.

"YPF fue un calco a gran escala de Ciccone. Un negocio pensado por Kirchner para adueñarse de la primera empresa del país. Su muerte frustró las dos operaciones: Cristina no pudo o no quiso seguirlas. Pensó que con estatizarlas zafaba. Le está costando zafar”, escribió el periodista Ricardo Roa.

Según el periodista, con el fin de "Argentinizar YPF”, los Eskenazi compraron el 15% de la empresa por u$s 2.235 millones y una mitad de la compañía la "prestó” Repsol, mientras que el resto un club de bancos. "¿Cómo lo devolvieron? ¡Con las utilidades de la misma YPF! Milagros de la era K: comprar empresas sin plata o con la plata de las propias empresas”, sostuvo.

El siguiente paso de la maniobra defraudatoria, según el periodista, fue firmar un acuerdo de accionistas para la distribución de los dividendos de la empresa. El resultado fue la descapitalización de la petrolera, que se quedó sin dinero para reinvertir. "Brufau cobró US$ 800 millones que se los dio a los Eskenazi para que los Eskenazi se lo dieran por las acciones”, escribió.

Como el dinero no se reinvertía y se repartía entre accionistas, la producción de gas y petróleo colapsó: la Argentina perdió el autoabastecimiento y comenzó el período de importación de combustible. "Cristina cargó a la cuenta de los españoles la crisis que ella y su esposo habían provocado. Decidió reestatizar YPF y presentarla como otra gesta antiimperialista al Congreso, que la aplaudió como al default de Rodríguez Saá”, relató.