Carlos Rosenkrantz tendrá a su cargo la presidencia de la Corte Suprema después de once años de gestión de Ricardo Lorenzetti. Llegó a ese lugar con polémica: primero Mauricio Macri lo había designado por decreto, aunque después ingresó tras conseguir 58 votos de senadores en 2016. Con un curriculum más que interesante, denominarlo como "el abogado de Clarín" y encasillarlo únicamente en ese rol es, al menos, una ingenuidad.

Rosenkrantz se egresó de la UBA, estudió en la prestigiosa Yale y fue rector de la Universidad de San Andrés. También ejerció como asesor de la Convención Constituyente de 1994 y se mostró siempre cercano a la Unión Cívica Radical.

Como abogado, representó en 1991 a la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) cuando le negaron la personería jurídica. Integró la Asociación por los Derechos Civiles y representó legalmente, es cierto, al Grupo Clarín. Pero también a YPF, a Cablevisión, a La Rural, a Farmacity, entre otros clientes "famosos".

El magistrado asumirá la presidencia con una coincidencia fundamental con Lorenzetti: los dos eran "outsiders"; ninguno había ocupado un cargo como juez antes de su llegado al cuarto piso del Palacio. Los dos llegaron a la cabeza del Poder Judicial después de dos años de estar adentro, pero sus estilos se presumen bastante diferentes.

Rosenkrantz, más que el abogado de Magnetto: la carta de Macri para modernizar la Justicia

La interna venía desde hacía tiempo. La Corte siempre tiene tires y aflojes entre sus miembros. Lorenzetti no pudo sostenerse en su lugar y finalmente llegó el momento de Rosenkrantz de jugar en primera. ¿Se mantendrá el perfil político o se bajará un cambio?

Como miembro de la Corte, a la que llegó en agosto de 2016, Rosenkrantz fue muchas veces parte de los votos con la mayoría. Su punto más alto, por así decirlo, llegó con el fallo del 2x1 a favor de un represor. En Talcahuano 550 sostuvo que fue su voluntad impulsar el tema que generó repudio en la sociedad y motivó una revuelta de los jueces de tribunales orales que se negaron a cumplir con esa disposición.

Fue también de los numerosos fallos donde el Supremo Tribunal "retó" a los jueces laborales y dio marcha atrás con varios de sus fallos, en detrimento muchas veces de los trabajadores. Votó para que quedara firme el fallo que dejó sin personería gremial a los metrodelegados y consideró que la policía de la Provincia de Buenos Aires no tiene derecho a sindicalizarse.

Votó por rechazar un planteo de José Pedraza por el crimen de Mariano Ferreyra y fue de los que absolvió a Fernando Carrera. En cuanto al tema aborto, son varios los jueces que aseguran una postura suya a favor. Es cierto que es discípulo de Carlos Nino, un respetado jurista que escribió con una postura bastante marcada sobre el tema. "El feto o el embrión no puede tener valor como individuo en los primeros tiempos de la gestación en que no ha desarrollado suficientemente su sistema nervioso central. Consiguientemente, una Constitución comprometida con el valor de la autonomía de la persona no debe necesariamente proteger al feto o al embrión en los primeros meses de su desarrollo", dijo Nino en 1992.

Rosenkrantz es un hombre con más contactos afuera que adentro del sistema judicial. Es la carta de muchos oficialistas (y no tanto) para llevar adelante un proceso de "modernización" del Poder Judicial. Muchos lo ven como la llave para lograr que jueces (y muchísimos empleados) paguen ganancias. Él mismo, en la audiencia ante los senadores, dijo estar a favor del pago del impuesto. Habrá que ver como se implementa ese pensamiento en su construcción de poder. Otros aseguran que se viene un "perfil bajo" en la nueva conducción, más "participativo".

Hay que recordar que los cinco jueces de la Corte firmaron hace algunos días el presupuesto que estiman para 2019 con el pedido de más de diez mil millones de pesos. La otra punta será la consolidación de los consensos en una Corte "chica" como la actual. "Los jueces no deben gobernar", dijo en el Senado allá por 2016.