Salir del closet, manifestar el derecho a ser, no siempre es fácil, en especial en lugares conservadores. Esta vez ocurrió en Salta capital, donde un joven estudiante secundario que iba al colegio Santa María (uno de los más exclusivos de la capital de la provincia norteña, donde asisten hijos de funcionarios y la clase alta con una fastuosa cuota mensual de $15 mil por mes) no solo sufrió el hostigamiento de compañeros y autoridades tras declarar abiertamente su homosexualidad, sino que fue expulsado de la institución.

La declaración del joven de cuarto año, llamado Santiago, molestó tanto a las autoridades de la institución católica que muchos profesores se sintieron incómodos e incluso se ofrecieron a participar de la "cura" del chico.

La declaración de Santiago molestó tanto a las autoridades de la institución católica que muchos profesores se ofrecieron a participar de la "cura" al chico.

El joven continuó asistiendo a pesar de la difícil situación, pero un hecho desencadenó impensadas reacciones: la utilización de una pulsera con los colores de la bandera del orgullo gay generó molestias en las autoridades, que le pidieron que se la saque.

A pesar del hostigamiento, la ignorancia y los malos tratos, sus compañeros de curso decidieron apoyarlo utilizando la misma pulsera en solidaridad. Sin embargo, por el hecho los chicos que se mostraron a favor de su compañero también fueron sancionados.

Enojados por la sanción, los chicos se expresaron en las redes sociales "bancando" a su compañero y el colegio, tras la difusión de las publicaciones, los invitó a no renovar la matrícula en la institución para el ciclo lectivo 2019.

Las autoridades aseguraron de que no se trata de discriminación sino de no cumplir con los "canones religiosos de la institución" e incluso algunos padres avalaron la expulsión encubierta. "El Colegio no es lugar de política", afirmaron, indiferentes frente a los chicos que salieron a solidarizarse con su compañero.

A pesar del hostigamiento y los malos tratos, sus compañeros de curso decidieron apoyarlo utilizando la misma pulsera, en solidaridad con el joven.

Frente a esta situación, la hermana de Santiago, ex alumna del colegio, escribió una sentida carta titulada "Con mi hermano tampoco", donde denuncia los prejuicios y la hipocresía de la clase alta salteña.

"Por primera vez en mi vida nació en mi una furia contundente, una fuerza radical, vandálica. Un enojo tan puro que necesitaba materializarse; quería romper, escribir paredes con aerosol, prender fuego todo. Lastimosamente en ese momento estaba lejos, y digo lastimosamente porque no solo hubiese sido catártico para mí, sino, y sobre todo lo hubiese visibilizado. Que el Colegio Santa María amanezca con su pulcra y blanca pared de la calle Coronel Suarez decorada por la palabra HOMOFÓBICOS definitivamente hubiese despertado un par de murmullos, y sabemos que en Salta , no hace falta más que eso para formar una imagen, la imagen que se merecen por supuesto", remarca la joven en la carta.

En otro de los párrafos, Martina Coraita Safar (así firma) señala, de manera emotiva y contundente: "No voy a dejar que la historia de mi hermano se transforme en unos tantos mitos del colegio, porque al igual de estos, no son mitos, sucedieron. Pero a diferencia de ellos, este lo escuche de primera mano y no susurrado en un recreo, como los otros".

Dolida, Martina manifestó que todos estos problemas se tienden a tapar siempre y nunca salen a la luz. Dijo que siente que los que asisten allí son como "plastilina" que el colegio busca moldear con sus pensamientos, atacando al diferente, a los que se solidarizan y a los que ejercen el compañerismo, uno de los valores que en teoría sostienen las doctrinas que enseñan en el Santa María. En su extensa carta no solo deja a la luz el clima de la comunidad educativa, sino también el de una sociedad que elige no hablar, callarse y discriminando. "No pienso acercarme nuca jamás allí. Ni siquiera a buscar un papel", declara en su carta.

Este hecho se inscribe en el marco de la disputa que existe por parte de los grupos ultra conservadores católicos y evangélicos que se oponen a la ESI (Educación Sexual Integral) y se resisten a hablar de sexualidad en las clases por considerarlas "ideología de género".

Salta es una de las provincias más conservadoras a nivel nacional. Recién en el año 2017, la Corte Suprema de la Nación, en un fallo dividido, declaró la inconstitucionalidad de la ley provincial de educación de Salta, por lo que las escuelas públicas de esa provincia no podrán dar educación religiosa en el horario escolar ni podrán incluir esta materia en el plan de estudios.

También fue una de la provincias que, junto a Tucumán, de manera más ferviente, los grupos católicos se opusieron al proyecto de legalización del aborto, en consonancia, sus legisladores se manifestaron en contra en el Congreso. En los últimos tiempos, Salta fue una de las provincias que, también, lideró los índices de femicidio.