Desde el 20 de agosto de 2010 la familia de Érica Soriano no sabe dónde está la mujer que desapareció cuando tenía 30 años. No hay dónde llorarla; dónde está su cuerpo o con lo que quedó de ella. Y con ella, el bebé que llevaba en su panza el día que desapareció. 

El Tribunal Oral en lo Criminal 9 de Lomas de Zamora declaró culpable a su ex pareja Daniel Lagostena y lo condenó a una pena de 22 años de prisión. “Como lo vengo sosteniendo hace ocho años, soy inocente”, había declarado Lagostena. 

Érica y su femicida se habían conocido en 2010. Ella, que era de Villa Adelina, se mudó con su hija Florencia, que en ese entonces tenía 12 años, a la casa de él en Lanús. Hoy, con 19 años, su hija fue mamá, justo antes de conocerse el veredicto. Érica fue vista por última vez el 20 de agosto del mismo año cuando visitó a un obstetra junto a Lagostena.

Érica Soriano: 22 años de cárcel para Lagostena en un caso símbolo de la lucha del Ni Una Menos

Según la investigación, la asesinó después de una discusión y usó sus contactos con funerarias para cremar el cuerpo en el Crematorio de Lanús.

La hermana de Érica, Brenda, declaró que su sobrina Florencia “no aguantó” la convivencia con Érica y Lagostena y se fue a vivir con su papá. “Flor nos dijo que Daniel estaba todo el tiempo controlando a Érica y que le desesperaba que Érica le de bola a su hija y no a él”. En los mails que figuran en el expediente, Lagostena la celaba constantemente porque tenía amigos varones y se maquillaba de más.

Los testimonios de todo su entorno dieron cuenta de que Lagostena celaba a su pareja y la alejaba de su familia y sus amigos. “Si Daniel se entera me mata, estoy viviendo una pesadilla”. 

Érica Soriano fue bandera, grito y pedido de Justicia en cada marcha de Ni Una Menos. Su familia, la fiscalía y la querella pedían 25 años de condena. “No sabemos cómo la mató, ni con qué la mató, pero sí que la mató”, resaltó el letrado. Durante el proceso, Lagostena había declarado que su relación con ella era “normal y buena” y que no recordaba por qué no la había llamado cuando ella no apareció más en la casa donde vivían.