Ofelia me envía un mensaje por WhatsApp. Esta vez, no es para saber cómo estoy o iniciar alguna conversación, sino que me reenvía una cadena. Dudo en leerla  pero si no abro el mensaje, no me permitiría conocer que, según la "Universidad de La Habana", se comprobó que el coronavirus "no resiste a las ramitas de eucaliptos". El cierre del mensaje es contundente: "En nombre de Jesucristo, favor de hacerlo circular".

La Organización Mundial de la Salud lo dice bien claro. Además de la pandemia del coronavirus, también circula otro virus contagioso, la infodemia, que acumula noticias falsas y rumores acerca del COVID-19 alrededor del mundo. Para Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, las fake news se propagan más rápido que el virus. "Y es igual de peligroso", completa.

Dentro del universo de las fake news, hay de todo: desde videos en Facebook con imágenes superpuestas que narran una supuesta "guerra bacteriológica", pasando por hashtags de Twitter que desacreditan los beneficios de la cuarentena y el listado de "curas milagrosas" que combaten al coronavirus. Estas últimas utilizan las cadenas de WhatsApp como red predilecta.

En Argentina, según datos del Instituto Reuters, en conjunto con la Universidad de Oxford, casi la mitad de la desinformación acerca de la pandemia mundial llega vía mensajería instantánea.

Una universidad en Connecticut

La divulgación de las "curas milagrosas" contiene varias similitudes. Según el área de Seguridad y Privacidad de WhatsApp, suelen estar escritas en lenguaje coloquial (y con algunas faltas de ortografías), a la vez que se pide, casi exclusivamente, que se comparta a otros contactos. Claro está, que sin la ramificación, las fake news no tendrían razón de ser.

Pero otra característica particular, en el contexto de la pandemia, es la mención a una institución médica o académica que lo respalde. Los centros elegidos son cientos, que van desde chinos o japoneses, las universidades de Estados Unidos o incluso, locales. Ese fue el caso de la Universidad de La Plata. A principios de abril, circuló un mensaje de una supuesta charla de profesionales de la Facultad de Medicina en el "Hospital de Niños", en donde se recalcaba que el virus no se resistía a un aumento del calor corporal".

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La cura, entonces, sería sencilla: ingerir sopa -con picantes y caldos- y "evitar las bebidas con hielo", una receta "bien casera" que la OMS descarta de quajo.

"Los pimientos picantes (chiles) son muy sabrosos, pero su consumo no previene ni cura el COVID-19. El mejor modo de protegerse contra el nuevo coronavirus es mantener una distancia de al menos 1 metro respecto a otras personas y lavarse las manos con frecuencia y a fondo", reflexionan los médicos de la Organización Mundial de la Salud.

"Eminencias" médicas

Y cuando no se citan universidades o centros de investigación, los tratamientos milagrosos tienen el beneplácito de "eminencias" médicas, quienes consiguen contrarrestar una pandemia que, hasta ahora, no tiene el consenso científico sobre una vacuna efectiva.

En Argentina, el caso más emblemático fue el señuelo creado por el doctor Rubén Mühlberger. Más allá del ruido mediático, por sus clientela "famosa" y sus apariciones en televisión, la Fiscalía Nº11 de la Ciudad de Buenos Aires y la división Delitos Contra la Salud solicitó su detención, luego de la divulgación de un audio de WhatsApp que describe un "protocolo antiviral".

"Este protocolo consiste en antioxidantes, en vitaminas, en oligoelementos y en algo que la homeopatía ha usado desde hace más de 50 años, que aumenta las defensas y que es antivirus... todo esto en una cápsula, se toma una vez por día y no solamente te aleja de los riesgos sino que además fortalece tus defensas", explicaba Mühlberger.

Cabe destacar que el Código Penal, en su artículo 202, dispone una pena de tres a 15 años de prisión para las personas que propaguen "una enfermedad peligrosa y contagiosa".

se propagan igual que el virus
se propagan igual que el virus
fake news

Beber agua cada 15 minutos

Pero la búsqueda de una cura milagrosa no es propiedad, exclusiva, de nuestro país. En España, un video del "doctor Rodolfo Llinas", aconsejaba beber agua cada 15 minutos para combatir el coronavirus. "Al tomar agua u otro líquido, se pararía el virus, llevándolo al esófago y el estómago donde el ácido lo mataría y evitaría que entrara a tus vías respiratorias”, argumentaba una voz en off.

Lo extraño es que el video con información falsa -que se propagó en Facebook- adquirió otros nombres de médicos y fue traducido en distintos idiomas. En una de las ediciones, en idioma árabe, logró tener hasta 250.000 reproducciones.

Entre cadenas de WhatsApp y creencias presidenciales: los "antídotos" contra el coronavirus

Áñez y su tarjeta purificadora

El alcance de las curas milagrosas permite, además, romper con uno de los mitos más extendidos sobre las fake news: en las zonas más vulnerables se propaga una mayor desinformación.  Y sino habría que preguntarse por qué la presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, utiliza una "tarjeta bloqueadora de coronavirus" cuando participa de actos de campaña.

El producto “Virus Shut Out” utilizado por Ález es una tarjeta de fabricación asiática que asegura "purificar el aire eliminando virus y bacterias durante un mes".  En sí, la cédula contiene dióxido de cloro, una sustancia que es utilizada para esterilizar superficies y, según sus fabricantes, desinfecta el aire que está a su alrededor durante 30 días.

Sin embargo, su eficacia fue cuestionada por expertos de todo el mundo. En Estados Unidos, por caso, se impidió la importación, al ser considerada un producto ilegal.

La tarjeta purificadora. En Bolivia, tiene un costo de 15 dólares.
La tarjeta purificadora. En Bolivia, tiene un costo de 15 dólares.

Hidroxicloroquina

La incógnita por la eficiencia de la hidroxicloroquina parece haber avanzado un paso más. Este lunes, la OMS anunció la suspensión "temporal" de los ensayos clínicos con ese fármaco -un retroviral para enfemerdades como el lupus- como medida de precaución.

Esta decisión se debe a la publicación de un estudio, el viernes, en la revista médica The Lancet que considera ineficaces y hasta contraproducentes la cloroquina y sus derivados como la hidroxicloroquina.

Y si bien, en Argentina, tuvo algún vuelo -sobre todo, luego de la nota del productor farmaceútico Hugo Sigman- los poderes curativos de la hidroxicloquina circularon por otras latitudes. En Brasil y Estados Unidos no hicieron falta ni las cadenas de WhatsApp, ni "una universidad en Connecticut", sino que fue potenciada por los jefes de Estado: Donald Trump y Jair Bolsonaro, quienes prefirieeron sostener sus creencias antes que la evidencia científica.