El próximo 17 de diciembre se celebrará el ballotage que definirá al nuevo presidente de Chile. En las elecciones del último 19 de noviembre, el primer lugar fue para el expresidente Sebastián Piñera, que obtuvo el 36,64% de los votos. Su competidor será el periodista Alejandro Guillier, que alcanzó el 22,70% de los sufragios y se impuso de esta forma por un escaso margen a la candidata del debutante Frente Amplio, Beatriz Sánchez, que logró el 20,27%.

Los resultados se completan con la buena performance del derechista y ex UDI José Antonio Kast, que sumó el 7,93%; la pobre cosecha de la demócrata cristiana Carolina Goic, con el 5,88%, y el 5,71% del dirigente progresista Marco Enríquez-Ominami. Muy lejos se ubicaron Eduardo Artés y Alejandro Navarro, quienes alcanzaron el 0,91% y 0,36%, respectivamente. Sólo hubo un 0,59% de votos en blanco y un 0,98% de votos impugnados.

El primer dato importante para destacar es que asistimos a la primera elección luego de la ruptura de la coalición Nueva Mayoría, heredera de la Concertación, el acuerdo electoral entre socialistas y demócratas cristianos que sentó las bases del nuevo periodo democrático chileno y se constituyó en la herramienta electoral que impulsó las presidencias de Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet, esta última en dos ocasiones. La implosión del acuerdo electoral generó una notable atomización de la oferta de la centroizquierda, lo cual facilitó indudablemente la victoria de Piñera en la primera vuelta.

Piñera y Guillier competirán en el balotaje del 17 de diciembre

De cara al ballotage, las fichas comenzaron a reacomodarse rápidamente. Sebastián Piñera aceptó sin dudarlo el apoyo de sus dos contendientes en las primarias de Chile Vamos, el diputado Felipe Kast y el senador Manuel José Ossandón. También recibió la bendición de José Antonio Kast (tío de Felipe), quien anunció su decisión la misma noche de la elección. Sin embargo, el traspaso de sus 523.213 votos no necesariamente será automático.

Si bien David Hormachea, el evangélico chileno más influyente y activo militante en su campaña presidencial, anticipó que llamará a apoyar a Piñera y de esta forma "elegir el mal menor para preservar el bien mayor”; el consenso entre la "familia militar”, la otra pata del apoyo a José Kast, no es tan claro. Pese a que nadie se plantea en este universo un eventual apoyo al candidato progresista, ningún análisis puede omitir que los resentimientos con Piñera siguen estando presentes, años después de haber incumplido con su promesa de aplicar la Ley de Amnistía. En palabras de Loreto Iturriaga, hija Raúl Iturriaga, un conocido miembro de la agrupación pinochetista Prisioneros de Guerra, "muchos de los votantes de Kast no nos sentimos representados por Piñera. No es la derecha que queremos”.

Chile: entre la continuidad y el cambio

Pese a estas dudas, Piñera puede desentenderse del cuasi seguro acompañamiento del electorado más conservador y concentrarse estratégicamente en un corrimiento hacia el centro para captar votos demócratas cristianos y del electorado moderado que teme que un potencial gobierno de Guillier sea la puerta de entrada del Partido Comunista al Palacio de la Moneda. En tal sentido, el empresario de 67 años afirmó que "un eventual gobierno de Alejandro Guillier va a estar controlado por la izquierda más dura de nuestro país. La batuta la va a llevar el PC, y sabemos que ese camino ha llevado al desastre en todas partes del mundo”. Piñera espera de esta forma repetir el escenario de 2009, cuando venció en el ballotage a Frei con el 54% de los votos.

Del otro lado, Guillier mirará a la izquierda para captar los votos de Sánchez y Ominami. Mientras este último dio su apoyo inmediatamente al candidato de La fuerza de la Mayoría, afirmando que está dispuesto a actuar como un "soldado” para frenar a Piñera, la candidata del Frente Amplio, el "Podemos chileno”, esperará al final de la jornada de hoy, cuando las bases de su partido definan la posición de este espacio para la segunda vuelta. Los dirigentes del Frente se anticiparon a la consulta y advirtieron que, independientemente de la decisión que tomen sus 30 mil militantes, no formarán parte de un potencial Gobierno de Alejandro Guillier, sino que tendrían un rol de "oposición crítica". Sea cual fuese la decisión, se espera que un porcentaje importante de los votantes de Sánchez se vuelque masivamente hacia el candidato de centroizquierda. El panorama se cierra con el respaldo de la Democracia Cristiana, lo cual no es un cheque en blanco para el candidato, que deberá seducir al sector más moderado del 5,88% que acompañó a Carolina Goic. Quizás su desafío más importante para el segundo tiempo de la campaña sea justamente este.

Mientras se tejen acuerdos de cúpulas, los candidatos hacen los deberes de cara a la ciudadanía y renuevan sus propuestas, incorporando incluso la agenda de sus competidores. En efecto, Piñera se muestra cada vez más permeable a la posibilidad de avanzar en la ampliación de la educación superior gratuita que promueve Bachelet. Por su parte, Guillier plantea abrir una libreta de ahorro con un millón de pesos para cada recién nacido, que se establecerá como un primer depósito previsional (una propuesta original de Goic), y avanzar en la creación de un Seguro Universal de Salud (propuesta de campaña de Sánchez).

El próximo 17 de diciembre Chile tendrá nuevo presidente

Entretanto, las consultoras de opinión pública, que cometieron groseros desaciertos en sus mediciones para la primera vuelta (anunciaron en promedio ocho puntos más para Piñera y diez puntos menos para Sánchez, por ejemplo), predicen un virtual empate técnico una semana después de los comicios: según la consultora Cadem, Piñera se sitúa en torno al 39,8% y Guillier, un escalón abajo, en 37,3%, con más de un 20% de indecisos.

El próximo 17 de diciembre Chile tendrá nuevo presidente. De acuerdo a cómo se resuelva esta ecuación de apoyos, estrategias de campaña y de la asistencia de nuevos votantes (sólo participó el 46% de los electores con derecho a voto, que es voluntario), sabremos si el país trasandino sumará su propia página al giro a la derecha que comenzaron sus países vecinos, o si se mantendrá en el sendero de las reformas progresistas que asomaron, modestamente, durante la actual administración.