La llamada se corta una, dos veces. Al tercer intento, Germán, músico argentino que trabaja en una de las empresas de cruceros más importante del mundo, consigue señal para atender el teléfono. "Estoy varado en Puerto Cañaveral, en la costa de Florida sin poder bajar del barco", es el comienzo de una charla en la que explica cómo es vivir boyando en un crucero en plena pandemia.

"Hace un mes que estamos completamente encerrados", explica el músico, integrante de la banda del crucero. "El barco había quedado encayado en el puerto, pero ahora decidieron que vuelva al mar, así que estamos a unos pocos kilómetros de la costa, aunque sin tierra firme", resume.

Desde hace días, la rutina de Germán cambió drásticamente: de preparar los shows nocturnos -en los que se mezcla desde música country o pop hasta algunos clásicos de rock- para una ciudad flotante, ahora transcurre la cuarentena en un crucero semi-fantasma. "El barco quedó sin pasajeros. Así que de una disponibilidad de 5.000 personas, sólo quedamos mil tripulantes", comenta.

A eso hay que sumarle que la propia compañía presiona a los trabajadores para que desciendan del crucero y regresen a sus hogares. Del universo de tripulantes, hay sólo dos argentinos: él y un sonidista, quien se sumó una semana antes que se suspendan los recorridos por distintas playas paradisíacas. "El problema es que los viajes están bloqueados y Estados Unidos sólo permite el descenso si vas directo al aeropuerto", comentó el músico.

En el consulado argentino en Miami, por caso, las cosas no son sencillas: de acuerdo a la información que le brindaron, aún 10.000 argentinos aguardan por regresar a sus casas. "La prioridad primero la tienen los que contaban con un pasaje de vuelta con Aerolíneas, luego aquellas personas enfermas, los mayores de edad y los que tienen chicos y después, los que tienen vuelos con otras empresas", comentó y agregó que "yo no entro en ninguna categoría, tengo que esperar y no tengo certezas sobre cuándo voy a volver".

Días atrás, en Puerto Cañaveral. Hoy, el barco no quedó amarrado a ningún muelle.
Días atrás, en Puerto Cañaveral. Hoy, el barco no quedó amarrado a ningún muelle.

Día a día en el crucero

Por su profesión, Germán recorre todo el mundo: sudeste asiático, Europa y el Caribe son sus principales destinos. "La pandemia me encontró en el Caribe, en el último recorrido que hicimos por Puerto Rico y las islas Turcas y Caibo. En ese momento, Donald Trump anunció que suspendían los vuelos a Europa. Ahí se paró todo y el barco volvió a Estados Unidos para que bajen los pasajeros", relató y comentó que "El miedo era que haya algún caso de coronavirus. De ser así, la estadía en el barco iba a ser una pesadilla".

A Germán cumplir las 24 horas del día -al igual que una gran mayoría- se le hace bastante largo. Sin wifi constante en el mar -y con Netflix bloqueado por decisión empresarial- el músico pase parte del tiempo viendo películas descargadas previamente en un disco rígido. "Creo que pasa con todos. Se hace difícil pero se lleva como se puede, tratando de no volverse tan loco", comentó.

Entre las ventajas, el músico destaca que, al no existir casos de coronavirus, se pueden utilizar casi todas las instalaciones del navío. "Tenemos gimnasio, hay un comedor en donde comemos, se puede tomar sol en la cubierta", indica. Y agrega: "Todo de acuerdo a los protocolos sanitario, se debe mantener la distancia de un metro. Se le presta mucha importancia a la higiene", comentó.

El futuro

Y si bien la mayor preocupación es sobre la posibilidad de su vuelta, al músico también también le inquieta su futuro laboral. "A fines de junio se me termina el contrato y hay que ver cuando regresa la actividad", comentó. La preocupación es compartida por los miles de trabajadores turísticos que pasan entre seis y ocho meses fuera de sus casas.

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En ese sentido, es difícil imaginar (en cualquier parte del mundo) que los barcos vuelvan salir en plena pandemia o que los puertos reciban a cinco mil turistas con el riesgo del contagio comunitario. Sin embargo, si uno revisa las páginas de los principales cruceros, los sitios permiten reservas para cruceros que zarparían desde el 5 de julio.

Eso sí, con políticas de cancelación o postergación bastante permisivas.