“Los primeros días fueron de tensa calma, preparando material. No sabíamos que iba a pasar”: así describió Alicia Reynoso ante El Canciller el momento en que llegó al Hospital Modular Reubicable de Comodoro Rivadavia, donde se recibía a aquellos soldados heridos que provenían del frente de batalla en la Guerra de las Malvinas en 1982. La enfermera e instrumentista fue una de las 14 mujeres que participaron del conflicto bélico con Reino Unido, desde una labor clave que tardó décadas en ser reconocida.

Reynoso, formada en la Escuela Superior de Enfermería de Santa Fe, ingresó a la Fuerza Aérea en 1980, que había decidido incorporar a sus filas al personal militar femenino ese mismo año. Se presentaron y quedaron 21 enfermeras que luego fueron enviadas a distintos hospitales, como el Aeronáutico de Córdoba o el Aeronáutico Central, donde la joven entrerriana fue jefa de Enfermería a sus 22 años.

La guerra

Dos años después, fueron 14 las mujeres que fueron convocadas para Malvinas. “Nos sorprendió como a todos”, contó Reynoso, una de ellas. “Sentía orgullo como argentina, como enfermera y como entrerriana de poder defender la patria”, recordó. Las primeras cinco mujeres, a las que luego se sumaron las nueve restantes, partieron de Buenos Aires sin saber exactamente a dónde llegarían. “Salimos con la idea de ir a Malvinas, pero en el 82, cuando llegamos a Comodoro Rivadavia nos dijeron que el Hospital se quedaba ahí, donde íbamos a tener que atender a los heridos que llegaran”, relató.

Alicia Reynoso, junto a su compañera Gissela Bassler, en el hospital Comodoro Rivadavia.
Alicia Reynoso, junto a su compañera Gissela Bassler, en el hospital Comodoro Rivadavia.

“Tuvimos que curar las heridas del alma de aquellos jóvenes valientes de 18 años que venían de defender a la patria”, sostuvo la veterana de guerra, que atendió el teléfono en frente del Monumento de los Caídos, donde estaban “todos ellos”. A su vez, la instrumentista señaló que, en cuanto a lo técnico, ellas estaban perfectamente preparadas para la ocasión.

No solo atendieron argentinos. Reynoso marcó que también atendieron a un soldado británico en el hospital de Comodoro Rivadavia. “Tuvo el trato común de todos los pacientes. Nosotras como enfermeras tenemos un juramento y teníamos que tratar igual a todo el mundo. En este caso heridos propios y del enemigo”, expresó la veterana, quién después precisó: “Se lo atendió y después se lo evacuó para liberarlo en La Rioja”.

"Nosotras como enfermeras tenemos un juramento y teníamos que tratar igual a todo el mundo", Reynoso.
"Nosotras como enfermeras tenemos un juramento y teníamos que tratar igual a todo el mundo", Reynoso.

Mujeres

Las 14 jóvenes que vivieron la experiencia de participar de la guerra no solo fueron fuertes por eso, además eran las únicas en un espacio comúnmente relegado a los hombres, en un contexto donde el machismo era moneda corriente. Según Reynoso, la violencia verbal era algo normal. Les decían desde “inútil, no llores” hasta “andá a lavar los platos”. Paradójicamente, ellas eran quienes tenían los conocimientos que salvaron cientos de vidas. “Estaba tan naturalizada la violencia, que en su momento no la pensamos como tal”, agregó la veterana.

La otra historia y la post-guerra

Mientras miles de argentinos sufrían en las trincheras lo ineludible de la diferencia entre el potencial armamentístico británico y –lo que ella llama– “la honda y la piedra” de Argentina, se anunciaba el “¡Estamos Ganando!” en los grandes medios de comunicación. “Cuando llegaron los primeros heridos, sabíamos fehacientemente, porque ellos nos lo decían, que la cosa no era tal como decían en la TV y los periódicos. Ahí empezamos a ver la realidad que se nos venía. Los soldados a nosotras nos dijeron la verdad”, contó la instrumentista.

Desde que fue declarada la rendición el 14 de junio de 1982 hasta la década del 2010, cuando Reynoso y otras tantas de sus compañeras comenzaron a levantar la voz, pasaron más de 30 años donde se intentó mantenerlas “ocultas” y “desaparecidas”, y donde no se les reconocía el trabajo que habían prestado. En los últimos años, algunas de ellas –en el caso de Reynoso, la primera– consiguieron mediante litigio judicial la pensión que le corresponde, pero otras aún no reciben el monto que otros veteranos si gozan. Además, el reconocimiento del Congreso de la Nación para recibir la medalla que las condecora, según la ley 23.118, llegó más de un cuarto de siglo tarde.