España, capital de la comida

La Sagrada Familia, el Reina Sofía y el Prado, algunos íconos de España que no están a la altura de sus tapas, pinchos y montaditos. Esos sí que deberían ser los verdaderos íconos de la cultura española. Sin embargo, el foco del turismo está en los museos, iglesias y catedrales, un tour prácticamente religioso que se adueña de la palabra ''cultura'' y la representa sólo desde la arista de las artes y la religión.

España es sinónimo de buen comer y esta debería ser la principal razón para cualquier turista. Mucha venta de museo, cuadros y artistas, pero el museo más visitado no es ni el de Miró ni el de Picasso, es el del Camp Nou... Así que dejemos la pose intelectual y sentémonos a comer: caña, tapa y a otra cosa.

España, capital de la comida

La gran ventaja de comer allá es que en media hora podés estar yéndote. Tienen los tiempos aceitadísimos (con oliva, claro) y dejan en offside a esos amigos fantasmas que nunca tienen tiempo para una juntada. Acá si que no hay excusas: caña, un par de tapas y a charlar, que media hora no se le niega a nadie.

Las tapas son las tapas que conocemos: un picoteo que, a diferencia de acá, es abundante. Hay desde fiambres hasta mariscos, pasando por ensaladillas (una rusa o mayonesa de atún) y croquetas (generalmente de jamón, pero hay lugares que innovan y te hacen de otras cosas, como morcilla o calamares en su tinta). Si pedís tres para dos, estás más que hecho. ¿Se puede seguir comiendo? Siempre se puede, pero el argentino está (mal)acostumbrado a comer de más. Hay una cultura de comer a explotar que no tiene justificación alguna. Igualmente, en este caso, más que la razón, son los euros los frenos del apetito.

España, capital de la comida

Con respecto a los pinchos, son la adaptación de las tapas en brochette; mientras que los montaditos, sanguchitos de fiambre, aunque también hay de todo tipo de colores y sabores (si se le pone ananá a la pizza cómo no va a existir el sánguche de rabas).

Otra gran ventaja es que comés bien prácticamente en cualquier lado. Difícilmente caigas en un lugar que te vayas a las puteadas. La media de locales buenos está por encima de la nuestra. Muy por encima.

España, capital de la comida

La mayoría de los mozos españoles son esos mozos de manual que están en extinción en nuestro país: orgullosos de su trabajo, tienen la respuesta ante cualquier duda y la mejor recomendación de la casa. ¿Cómo no confiar en una persona que atiende desde hace 20 años? Cabe destacar que no hace falta dejar propina. Otra gran diferencia con nosotros, donde la profesión está bastardeada por la precarización.

Otro puntito inteligente de la modalidad de tapeo es que podés saltar de lugar en lugar. Picás esto acá, esto otro allá y así conocés más de un local en una noche. Una especie de bar hopping pero de morfi del bueno.

España, capital de la comida

También están las raciones, que no son más que tapas XL para cobrarte un poco más. Igualmente, una ración es para compartir entre dos, así que no termina siendo muy holgada la diferencia entre tapa/ración. La verdadera gran diferencia es que más al sur de España (zona de Sevilla/Granada/Córdoba) la tapa es un acompañamiento de la cerveza (cañita para los amigos).

Sí, así como leyeron: te pedís una caña y te viene una tapa. Si esto te parece brillante, aún hay más: si te pedís otra cerveza, otra tapa. En resumen: vas a tomarte dos vasitos y ya estás cenado, así que por cinco euros te podés ir pipón a dormir. Mejor. País. Del. Mundo.