El rompecabezas del reformismo permanente que inició el presidente de la Nación, Mauricio Macri, tras ganar las elecciones de medio término del año 2017, está a punto de completarse. Solo queda una pieza por colocar pero aún no está fabricada y todos los expertos discuten en torno a cuál es la forma que debe tener la ley que culmine el camino del "cambio” que intenta llevar adelante el oficialismo.

La reforma laboral es la única propuesta legislativa de la ruta reformista que aún no fue aprobada. La propuesta de la misma se llevará a cabo en las Sesiones Extraordinarias que se llevarán adelante en febrero.

Una cosa es segura para Cambiemos: la pieza no tiene que ser tan pequeña como para cuadrar fácilmente y, por lo tanto, ser tan módica que sea vista por quienes atacan por derecha al oficialismo como la nada misma; ni ser tan grande que requiera de la fuerza de la Gendarmería Nacional y la chequera del Ejecutivo (reducida por el paraguas de la austeridad) para convertirse en ley.

El Gobierno, aunque ansioso por sancionar la nueva reforma, no quiere ni puede permitirse afrontar más costo político como el que afrontó en las discusiones de la Reforma Previsional, que se vislumbraron en las encuestas que tanta importancia tienen para la mesa chica de Macri.

Las manifestaciones en las calles y las respuestas que dará el Gobierno para contener a los grupos que intenten desestabilizar la sanción -que seguramente los habrá- serán fundamentales para -al menos- mantener la imagen del presidente Macri, golpeada en los últimos meses del 2017.

El proyecto que se ha presentado por el Poder Ejecutivo cuenta con el aval del ministro de Trabajo, Jorge triaca, que dice "no se toca” ya que la CGT -que recibió un salvavidas de Macri por el correo OCA- ya confirmó que apoyaría esa reforma si sale tal cual fue escrita. "Si nadie la discute, es porque no sirve para nada”, dicen los que quieren "una reforma de verdad”.

Sin embargo, algunos legisladores de Cambiemos dudan que la ley pueda ser aprobada sin problemas dentro del recinto y sugieren dividirla para al menos poder aprobar alguno de los puntos más importantes -en los que hay consenso- y discutir los que generan más polémica.

Los planes para favorecer el blanqueo de trabajadores informales, el nuevo sistema de capacitación laboral y algunos beneficios como por ejemplo extender las licencias por paternidad -muy bajas actualmente en el país- no generan discusión alguna ni en el oficialismo ni en la oposición, pero tampoco apuntan a reducir las cargas para los empleadores, algo que el oficialismo considera fundamental para el proyecto.

En cambio, otros ítems sí generan resistencia.  La exclusión de las horas extras, los viáticos, el teléfono y la movilidad en el cálculo de las indemnizaciones en caso de despido, y la reducción del tiempo para demandar al empleador son los que generan más polémica .

Una palabra no escapa de todas las discusiones que se dan dentro del oficialismo: consenso. Sabiendo que ya la fuerza no será suficiente y la chequera no será muy holgada, necesitarán el apoyo del PJ no kirchnerista, del massismo y/o de los gobernadores "sin bandera política” para lograr que el proyecto prospere.