"Si ese es el punto de partida para una discusión, empezamos mal”. Fue el primero de los jueces que salió con los tapones de punta a cuestionar el discurso de Mauricio Macri sobre la justicia. Enfrentado hace muchos años con el kirchnerismo y cuestionado, por lo bajo ahora, por sus colegas, Claudio Bonadio supo siempre sobrevivir a las turbulencias de Comodoro Py sin quedarse callado.

Bonadio es juez desde 1994. Antes, fue subsecretario legal y técnica de la Nación. Llegó a los tribunales de Retiro de la mano de su amigo Carlos Corach, en aquél momento ministro del Interior de Carlos Menem. Peronista de Guardia de Hierro, hincha de Boca, nacido y criado en San Martín, protagonizó varias de las causas que agitaron la política de los últimos 20 años. 

En Comodoro Py ya es un clásico: al juzgado de Bonadio le dicen la embajada. ¿Por qué? Porque ahí no rige la ley argentina, se ríen. El juez que ahora goza de cierto blindaje tuvo muchas causas abiertas en el Consejo de la Magistratura. A lo largo de los 23 años que lleva adelante del Juzgado Federal Nº11 ha sido muy criticado por los miembros de la Cámara Federal, que le revocaban y cuestionaban sus fallos. Algunos, incluso, lo ponían tan solo un escalón más abajo de los cuestionamientos que recibía Norberto Oyarbide.

La servilleta, Cavallo y Maradona

Octubre de 1996. Domingo Cavallo había renunciado apenas dos meses antes al Ministerio de Economía. Enojado, denunció que Corach le había escrito en una servilleta los nombres de los jueces que respondían al Gobierno menemista. Entre ellos, estaba el de Bonadio, que investigaba en aquel momento al ex ministro de economía por enriquecimiento ilícito.

Por esa causa, en abril de 1998 el juez pidió el desafuero de Cavallo. El contraataque se dio años después: en 2002, el ex funcionario menemista lo denunció en el Consejo de la Magistratura. Quién hubiera imaginado que 13 años después se estrecharían la mano, con felicitación de Cavallo al juez incluida. "Como dijo Ghandi, el que pierde la paciencia pierde la batalla”, filosofó Bonadio al contar la anécdota en 2015.

Pero no todo en los 90 fueron denuncias de Cavallo e investigaciones que iban lento. En 1997, se convirtió en un personaje secundario de la novela que se armó por el doping y retiro de Diego Maradona. El 24 de agosto de 1997, Boca le ganó 4 a 2 a Argentinos Juniors. Cuando llegó el momento del control le dio positivo, lo que generó una suspensión por parte de la AFA.

En ese momento, tramitaba en el juzgado federal Nº11 una causa por amenazas contra Diego. Sus abogados, amparados en que todas las decisiones administrativas podían judicializarse, presentaron el 11 de septiembre una medida de no innovar para que el Diez pueda volver a las canchas. Cinco horas después, Bonadio aceptó el pedido y lo devolvió a las canchas hasta que se resolviera si esas amenazas estaban o no relacionadas con el resultado del doping. El último partido de Maradona fue el 25 de octubre de 1997.

Tiroteo, kirchnerismo y después

El episodio que terminó de hacerlo conocido fue el que protagonizó el 28 de septiembre de 2001 cuando mató a dos ladrones con su Glock calibre 40. Estaba camino a comer un asado con un amigo, en Florida. No le generó un problema judicial real la situación y siguió al frente de su juzgado. Cuatro días después, declaró inconstitucionales a las leyes de obediencia debida y punto final. Fue el segundo en hacerlo: el primero había sido Gabriel Cavallo. 

En ese momento, ya investigaba al juez Juan José Galeano por presuntas irregularidades en la causa AMIA, causa de la que terminaría apartado en 2005 falta de imparcialidad y haber mantenido un doble rol de magistrado y sospechoso

Con el kirchnerismo tuvo al comienzo una relación fría pero no determinante. Fue el por entonces oficialismo el que lo protegió de las múltiples causas que lo acosaban en el Consejo de Magistratura. Pero todo cambió cuando Comodoro Py comenzó a variar su postura sobre el Gobierno. Bonadio no sólo tuvo y tiene las causas contra Cristina Fernández de Kirchner sino que investigó la Tragedia de Once y a Ricardo Jaime.

"De usted no espero justicia”, le escribió Cristina cuando Bonadio la indagó por el memorándum con Irán hace pocos días. No fue el primero de sus enfrentamientos. Ella lo tildó de "juez pistolero” en 2015. Él no se quedó callado: "Soy cazador, cazo chanchos o animales de pluma, soy instructor de tiro y practico un deporte, esa es mi vinculación con las armas”. Fue el primero en llamarla a indagatoria y también en mandarla a juicio pero dejó en claro que no siente nada por ella y que le da gracia cuando dicen que la detesta. "Sartre decía que el infierno son los ojos de los otros”,  reflexionó, poético.