Ni Cristian Pavón ni Wanchope Ábila. La figura de Boca esta fecha fue Adrián Sporle, el jugador de Banfield que sobre la hora le ahogó el grito de gol al Morro Santiago García en el empate 1 a 1 ante el Taladro y el Tomba. Así, Boca llegó a La Bombonera sabiendo que Godoy Cruz había dejado pasar la chance de achicar la ventaja y que un triunfo contra Newell’s Old Boys lo dejaría en la puerta del bicampeonato. Faltaba ganar. No había otro resultado. 

Guillermo Barros Schelotto paró a los mejores once que tenía y aunque el resultado podría haber sido más amplio (la que se perdió Tevez -desequilibrado por Ibáñez, eso sí-, el tiro en el palo de Buffarini, etc) a Boca, como toda esta última parte del campeonato, no le sobró nada. El primer tiempo pintaba para irse tranquilo 2-0 arriba, pero después del segundo de Wanchope aparecieron las desatenciones defensivas de siempre (cambian algunos nombres, pero los errores se mantienen): Santiago Vergini -que insólitamente terminó como capitán- se equivocó y Fértoli le puso una cuota de suspenso innecesario al asunto.

En el arranque del segundo tiempo se vio la mejor versión de Boca en los últimos partidos. Con Pavón y Ávila (¡por fin se le abrió el arco!) en un nivel superlativo, Bebelo Reynoso y Carlos Tevez, que sigue sumando minutos tras la lesión, fueron dignos acompañantes. Los de Guillermo, aún sin la posesión de la pelota, supieron controlar al leproso. El ataque de Newell’s nunca le generó al Xeneize el peligro que, por momentos, se autogenera la defensa azul y oro.

El próximo domingo a la mañana, en el Estadio Único de La Plata, frente a Gimnasia, Boca tendrá la chance de coronarse bicampeón. Para eso, primero deberá esperar a lo que pase el viernes en el clásico cuyano ante Godoy Cruz y San Martín de San Juan. Un tropiezo de los mendocinos y una victoria ante los del Indio Darío Ortiz será suficiente para liquidar un asunto que hace unos meses parecía apenas un trámite y se complicó más de la cuenta.