La Confederación General del Trabajo (CGT) estipuló el 11 de noviembre como día para la renovación de los dirigentes que la conducirán durante los próximos cuatro años. Hay dos constantes esperables: que se repita la estructura de triunvirato como hasta ahora y que el referente de “los Gordos”, Héctor Daer, mantenga su lugar otro mandato más.

El moyanismo, con Pablo Moyano, intentará una vez más poner un pie en la histórica central obrera, pero esta vez desde una mayor cercanía al Gobierno. Por otro lado, el muy probable mantenimiento del esquema tripartito de poder presenta la posibilidad de que una mujer integre por segunda vez la mesa chica –la primera fue Susana Stochero en 2002–.

En este caso, se trata de la diputada nacional Vanesa Siley, del brazo sindical kirchnerista Corriente Federal, sector que también propone a Sergio Palazzo. La diferencia entre ambos la puso la misma CGT. En un reciente comunicado, la actual dirigencia respaldó a los precandidatos que integran las listas del Frente de Todos (FdT) en representación del movimiento obrero; eso sí, con excepciones: solo mencionaron al titular del sindicato de Bancarios, al metalúrgico bonaerense Naldo Brunelli y al porteño Alejandro Amor.

El moyanismo y el kirchnerismo piden pista en una CGT que no negocia

De Siley, al igual que el referente de Curtidores Walter Correa, ni noticias. Los dos, candidatos a renovar sus bancas en la Cámara de Diputados, podrán agregar lo mismo a su currículum: un ninguneo de la CGT. Y en este caso, por la misma razón: su cercanía a Cristina Fernández de Kirchner –a esta altura, mala palabra en Azopardo 802–. Además, el sector ligado a Luis Barrionuevo intentará mantener el asiento que hoy ostenta en esa mesa con Carlos Acuña.

La “unidad hasta que duela” era para todos

Después de casi dos años de gestión, Alberto Fernández mantiene firme su insistencia para que el movimiento sindical se reunifique. Desde la central dirigida por Hugo Yasky creen “absolutamente necesario que en la CGT confluyan todos los sectores del movimiento obrero, incluida la CTA”. Sin embargo, el diputado nacional expresó a El Canciller que su voluntad “no tiene reciprocidad del otro lado”.

El moyanismo y el kirchnerismo piden pista en una CGT que no negocia

Además, agregó: “Tienen una idea conservadora de que la presencia de la CTA pueda desequilibrar su correlación de fuerzas internas. Están en una zona de confort”. También aprovechó para opinar acerca de la omisión de Siley y Correa en el comunicado, algo que calificó como “una actitud de calculada mezquindad”.

Hacia un peronismo en las calles y paridad en el Consejo Directivo

La fecha elegida para la renovación de autoridades en la CGT –tres días antes de las elecciones generales– no es casual. En el tándem Daer-Acuña consideran que una probable victoria del FdT podría acrecentar la posibilidad de que el Gobierno, empoderado, logre acomodar un nombre de mayor confianza en la conducción.

El cegetismo ya convocó para el lunes 18 de octubre la marcha a Plaza de Mayo que correspondería al día anterior: el Día de la Lealtad Peronista. Esta vez, sin cuarentena de por medio, el sindicalismo intentará demostrar una vez más “quién copa las calles”.

Al mismo tiempo, en el Consejo Directivo asoman aires de recambio. Con la normalización, la CGT buscará reformar el estatuto e incorporar la paridad de género en sus secretarías ¿Pero de qué manera? Duplicando la cantidad. De esta manera, cada gremio tendría dos cargos –uno para el varón y otro para la mujer–.

“Hay que ver cómo se redacta. Eso de titular-cotitular a mí no me cierra. A las compañeras nos cae muy mal”, dijo Noé Ruiz, secretaria de Igualdad y Género de la CGT, a El Canciller. “Si es necesario duplicar, que se duplique. Si es necesario triplicar, que se triplique. Lo importante es que genere diversidad en la unidad. Queremos un 50% real, no ficticio”, manifestó la sindicalista en una crítica hacia dentro.