Hubo miedo y angustia, pero la turbulencia cambiaria la consideramos superada.

No nos molesta que nos vengan a inspeccionar, acá los numeros son transparentes, no hay gente que se lleve bolsos a conventos.

El Fondo no habló sobre las leyes laborales ni el tipo de cambio. No hay agenda oculta.

El mundo nos avisó que la velocidad de ajuste que llevamos no es la indicada. Tenemos que acelerar.