Un día, la Copa Libertadores llegó a su fin. Luego de un mes que tuvo como único tópico futbolero a la inédita final entre River Plate Boca Juniors, lo que ahora queda en el horizonte es el torneo de Primera División más devaluado en la historia reciente. O, al menos, así lo fue durante sus primeros cuatro meses

Bien vale retrotraer el tiempo hasta el viernes 10 de agosto, cuando la pelota comenzó a rodar y Vélez se impuso por 2-0 ante Newell's en el primer partido del campeonato: el día previo, el Senado de la Nación había rechazado la legalización del aborto, Racing y River disputaban el primer encuentro de la serie de Octavos de Final y todavía la nostalgia del Mundial de Rusia ambientaba las charlas de café.

A partir de allí, la relevancia que concitó el certamen continental desvió completamente el foco de la atención. Por primera vez en la historia, seis equipos argentinos se habían clasificado a instancias eliminatorias, las que además contaron con el aliciente de albergar tres clásicos del fútbol argentino -en todos, venció River, que ahora viajará a Dubai con la ambición de ser campeón mundial-.

Mientras tanto, la olvidada Superliga, que de manera paradójica fijó partidos los domingos a las 11 de la mañana para vender el producto al primer mundo, siguió su rumbo. Y lo que sobresalió fue la desorganización

De los 26 equipos participantes, 15 adeudan, como mínimo, un partido -River, de manera insólita, debe cuatro encuentros-. Más allá de las postergaciones de Millonarios Xeneizes por la interminable Superfinal, que a su vez suspendió el clásico entre San Lorenzo y Huracán, los Juegos Olímpicos de la Juventud y las inclemencias climáticas obligaron a aplazar varios encuentros, a tal punto que este jueves, Huracán y Argentinos Juniors disputarán un partido que estaba pautado para octubre.  

En tanto, la sangría de entrenadores que el futbol doméstico configuró hace tiempo como un hábito arraigado, se mantuvo como moneda corriente, con 11 directores técnicos cesanteados en este breve período.

En cuanto a lo que sucedió dentro del campo de juego, quizás la prematura eliminación que sufrió a manos del River de Gallardo en la Copa Libertadores le haya abierto a Racing el camino para soñar en grande.

De manera sigilosa, la Academia lideró las primeras 15 fechas a gusto y sin sobresaltos. Solo perdió un partido, ante San Martín, en Tucumán, y desde la calidad de Lisandro López -junto a Gigliotti, goleador del torneo- rebasó todos los obstáculos que le aparecieron. Además, Eduardo Chacho Coudet conformó una estructura defensiva muy sólida, que concedió solamente ocho goles.

Desorganización, sangría de entrenadores y un líder indiscutido: cuatro meses de la devaluada Superliga

Por otra parte, el conjunto gasolero que armó Sebastián Beccacece en Defensa y Justicia se erigió como la grata revelación del certamen. Único invicto, finalizó el año como escolta de Racing y desplegó un juego ofensivo que atrapó por valentía y austeridad. También destacaron Atlético Tucumán y el proyecto de Gustavo Alfaro en Huracán.

¿El rendimiento de los equipos grandes? Boca quedó en la quinta posición, a 12 puntos de Racing pero con dos partidos menos; Independiente, séptimo, a 13 unidades; River, undécimo, a 17 puntos con cuatro encuentros menos; y San Lorenzo, desconocido, a cuatro unidades del fondo de la tabla. 

Así las cosas, el maltratado torneo de Primera División reanudará las acciones el último fin de semana de enero y, a falta del éxtasis que provocó en estos meses la Copa Libertadores, seguro recupere algo de cotización.