El gradualismo aparecía como uno de los conceptos imposibles de mover en la estructura de Cambiemos a comienzos del año. O al menos esa era la visión que querían generar. Sin embargo, en estos últimos meses, luego del acuerdo con el FMI, el desarrollismo quedó a un lado y la tarea principal de Mauricio Macri avanza sin tapujos: ajustar.

En este escenario, atados al arreglo y al cumplimiento del plan al que se llegó con el organismo de Christine Lagarde, el Presidente se vio obligado a enterrar la vieja receta de que "no impacten los aumentos en los que menos tienen” y profundizar el cronograma de recortes de gastos en las áreas más sensibles.

"Desde fines de abril, el Macri ajustador asomó para sorpresa de algunos, que descubrieron que antes se cubría con una incómoda piel de cordero”, apuntó Sergio Berensztein en su columna en el diario La Nación. Una teoría que revela una dualidad persistente en la cabeza del primer mandatario.

La meta de déficit fiscal acordada con el FMI -1,3% del PBI a fines de 2019 llevó al jefe de Estado a escuchar su costado "ajustador” para avanzar con recortes que van desde los gastos en los ministerios hasta una reducción en los contratos, por ejemplo, con el Invap, una empresa de propiedad del Estado de Río Negro que apunta a la innovación y el desarrollo de tecnología nuclear y satelital.

Del gradualismo al ajuste: alerta el Círculo Rojo por las contradicciones del nuevo Macri

Allí, un sector del Círculo Rojo vislumbra una "tensión latente” entre el Macri ortodoxo y el desarrollista. Una especie de lucha interna contra sus propios principios y convicciones. "Los déficits políticos de Cambiemos limitaron y limitan su capacidad para lograr los objetivos que pretende alcanzar, incluyendo su consolidación como coalición”, agregó Berensztein.

"El Macri desarrollista sucumbió ante el ortodoxo”, lanzó en su columna, mientras en los pasillos de la Casa Rosada afirman que observan a un Macri "convencido de que hay que cumplir con el ajuste del FMI” para evitar problemas el próximo año.

Además, tanto Marcos Peña Como Duran Barba están convencidos de que todos los recortes posibles hay que hacerlos antes de que termine el año y dejar el Presupuesto 2019 aprobado sin grandes sobresaltos para evitar que las elecciones presidenciales sean un sufrimiento. 

El establishment no le quitó su voto de confianza al Presidente ni le soltó la mano, aunque exige semana tras semana decisiones de fondo que provoque un giro en el camino sinuoso y sin buenas noticias con la inflación, el dólar y el desempleo en este comienzo de segundo semestre.

¿Podrá Macri mostrarse ahora como un "presidente ajustador”? ¿Perderá credibilidad si deja de lado la idea de mostrarse como gradualismo y con la visión de contemplar ciertas cuestiones? ¿Le perdonarán sus votantes este rol ambiguo? El Círculo Rojo ya dio su respuesta.