La suspensión del amistoso entre Argentina e Israel, el último partido del equipo de Jorge Sampaoli previo al Mundial de Rusia, derivó en varias consecuencias políticas y económicas que golpean directamente al seno diplomático del presidente de la Nación, Mauricio Macri: su par israelí, Benjamín Netanyahu, se comunicó telefónicamente con él para que interceda en la decisión de la AFA y evite la cancelación del partido que estaba programado para el sábado a la tarde.

Del amistoso al conflicto diplomático: escala la tensión con Israel por el desplante de la Selección

"No vamos a ir a jugar”, sostuvo el elenco mundialista. Las palabras fueron tan contundentes que los directivos de AFA no intentaron negociar y suspendieron el partido antes de comunicarlo oficialmente a las autoridades israelíes. Desde el país de Netanyahu aún tienen esperanzas porque ninguna información les fue comunicada.  "El equipo duda en venir a Israel debido a toda la presión que se ejerció sobre ellos", manifestaron las autoridades.

Fuentes del Gobierno recordaron que "la AFA es una asociación civil sin vinculación con el Estado Argentino y que el Gobierno no participa ni tiene injerencia alguna en la organización del evento ni en ninguna otra actividad en la que ésta participe, en conformidad con los estatutos de la FIFA", según publicó el diario LaNación.

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"Nada modifica la posición argentina sobre el conflicto Palestino-Israelí o sobre el estatus especial de Jerusalén. La República Argentina reafirma su tradicional posición de reconocimiento del estatus especial de Jerusalén según lo establecido por las resoluciones del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General de las Naciones Unidas que instituyen un Régimen Internacional especial para Jerusalén, así como el libre acceso, visita y tránsito a los Lugares Santos", sostuvieron.