Matías Biscay será el director técnico de River Plate en las finales de la Copa Libertadores, ante la ausencia de Marcelo Gallardo a raíz de la sanción que le impuso la Conmebol. Ambos forjaron una relación fraternal, iniciada en las inferiores millonarias y extendida hasta la actualidad. 

La primera conexión se dio en 1991. Con 15 años, el Muñeco era promovido a la Reserva que integraban Hernán Buján y César Zinelli, quienes también componen el actual cuerpo técnico. Biscay, de buen porte físico, obró de guardaespaldas del promisorio jóven de rulos que deslumbraba con sus gambetas a Alejandro Sabella.  

Luego de algunos desencuentros, en 1995 coincidieron en el plantel de Primera División, y a partir de allí no se separaron más: en 1999, cuando Gallardo fue transferido al Mónaco, su ladero, que desde hace un año se desempeñaba en el Lugano de Suiza, le fue a dar la bienvenida a tierras francesas.

De la reserva a otra final de Libertadores: la fraternal historia entre Gallardo y Biscay

Biscay decidió retirarse de la actividad profesional en 2002, a los 28 años, mientras su amigo se preparaba para tener una segunda etapa como jugador riverplatense, y optó por instalarse en España para dedicarse a negocios personales.

Sin embargo, la llama futbolera volvió a encenderse, cuando Gallardo lo llamó para que realizaran juntos el curso de entrenador. Hace siete años comparten el día a día, desde que en el 2011 emprendieran el camino profesional al mando de Nacional de Montevideo.

El hijo del ex árbitro Juan Carlos Biscay, discreto y reservado, está invicto como técnico de River: ganó cuatro encuentros -entre los que se destacan la consagración en la Libertadores 2015 ante Tigres, el 3-0 contra Racing en los Octavos de Final de esta edición y la reciente clasificación a la final en el Arena do Gremio-, y empató dos. Dentro de unas horas, buscará sostener la racha en el desafío más grande de su carrera.