Aunque la recesión no termina y la situación económica golpea al gobierno, el año electoral estará teñido por algo más que números: las campañas políticas de las dos principales fuerzas tienen su correlato en los pasillos de tribunales y en los servicios de inteligencia. El uso político de los arrepentidos, señala el analista Carlos Pagni, libró una batalla en la que los dos mayores contendientes “apelan a todos los recursos posibles”.

El editorialista de La Nación advierte que las investigaciones sobre el presunto abogado Marcelo D’Alessio tienen como fin, para el kirchnerismo, derribar la causa de los cuadernos del chofer Oscar Centeno. Eso habría sido imposible, aclara Pagni, si no se hubiera utilizado previamente la figura del arrepentido para guionar declaraciones de ex funcionarios y empresarios.

En el marco de la causa a cargo de Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli existe la sospecha, aunque los dirigentes del kirchnerismo lo aseguran, de que antes de entrar a declarar, a los empresarios arrepentidos se les dijo qué decir, a quién nombrar y a quién no nombrar. Pagni adhiere a este fue el modus operandi en la justicia cuando subraya, por ejemplo, que “Ernesto Clarens y Juan Chediack habrían tenido que abstenerse de imputar a los Eskenazi como financistas de los Kirchner para conseguir la libertad”.

La existencia de alguna operatoria judicial para acelerar los destinos de la causa o golpear a algunos ex funcionarios en particular no significa, sin embargo, que toda la causa de los cuadernos esté edificada sobre la arena. Tal como señalan funcionarios judiciales y periodistas de investigación, existen centenares de pruebas que evidencian que existió un sistema de pago de coimas en torno a la obra pública durante los gobiernos kirchneristas.

“Tanto en la causa de los cuadernos como en la de D'Alessio, quedan al desnudo irrefutables entramados delictivos”, asegura Pagni; y agrega: “En el juzgado de Ramos Padilla está saliendo a luz un fenómeno del que sobraban evidencias: el descontrol de los servicios de inteligencia. Ese aparato aceleró su degradación en la etapa kirchnerista. La muerte de Alberto Nisman no se explica sin ese descenso”.

De todos modos, para Pagni, la gestión de los servicios de inteligencia no mejoró en la era del actual presidente. “Macri, que había prometido sanear la AFI, la empeoró. Puso esa agencia en manos de Arribas, un especialista en la compraventa de futbolistas, que venía de vivir 15 años en Brasil (...) Para que la continuidad con el deplorable orden anterior fuera perfecta, entregó las oficina legal y financiera de la AFI al binguero Daniel Angelici (...) Que todo terminara en un escándalo no sería un accidente. Parece un objetivo”, describe.

Los responsables de la AFI, Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, se presentarán hoy ante la Comisión Bicameral de Fiscalización de los Organismos de Inteligencia para exculparse de las alarmantes irregularidades. En la comisión habrá representantes del kirchnerismo, el peronismo federal, el PRO y la UCR, pero no de la Coalición Cívica.