En la previa a la final del Mundial 2014 contra Alemania, Ángel Di María se presentó llorando ante el entonces DT de la Selección Alejandro Sabella para comunicarle que, pese al peligro de que jugar infiltrado acentúe su lesión y complique su contrato con el Real Madrid, él estaba a su disposición para entrar a la cancha, ya sea de titular o desde el banco de suplentes. Argentina perdió y el Fideo no entró: Sabella optó por Enzo Pérez y tampoco lo incluyó entre los cambios que se dieron dentro del partido.

En uno de los peores presentes de la Selección, con un solo punto de seis jugados en la Copa Mundial, un equipo sin claridad defensiva ni ofensiva, un Lionel Messi apagado y una mezcla de críticas a los directivos, el cuerpo técnico y los jugadores "históricos” (pertenecientes a aquella camada que llegó -y perdió- a tres finales consecutivas, Di María es siempre uno de los más apuntados: muchos hinchas suspiran cansinos cada vez que agarra la pelota, le reprochan centros improductivos y falta de verticalidad.

A través de una dura carta, el volante ofensivo que desequilibró en Rosario, Benfica, Real Madrid y ahora en Paris Saint German, recordó los momentos de su vida que hoy lo llevan a estar por jugar -otra vez de titular- un partido clave del que seguramente sea su último mundial: aquella Copa por la que dejó de lado los pedidos del Real Madrid y se presentó llorando para ayudar al equipo.

Perdimos la Copa del Mundo. Fue el día más difícil de mi vida.

"Perdimos la Copa del Mundo. Fue el día más difícil de mi vida. Después del partido, los medios empezaron a decir cosas feas del por qué no había jugado. Pero lo que les estoy diciendo es la pura verdad. Lo que todavía me da vueltas por la cabeza es ese momento en el que voy a hablar con Sabella y me largo a llorar enfrente de él. Siempre me voy a preguntar si él pensó que yo lloraba porque estaba nervioso. Y en verdad, no tuvo nada que ver con los nervios. Estaba totalmente emocionado por todo lo que ese momento significaba para mí. Estábamos tan cerca de lograr el sueño imposible”, recuerda el Fideo.

Además, en la extensa carta, Di María recuerda varios momentos de su vida: el trabajo con su papá con el carbón, los primeros entrenamientos en Rosario Central, los viajes en bicicleta que hacía su madre para alimentar el sueño del niño que quería jugar a la pelota, la aventura en Portugal y los pasos en la albiceleste.

"Los ojos de Leo no son como los tuyos o los míos. Miran de lado a lado, como los de cualquier ser humano. Pero él también es capaz de mirar a todos desde arriba, como un pájaro. No entiendo cómo es posible, pero es así", aseguró.