En las elecciones legislativas de 2017, Cristina Fernández de Kirchner optó por anunciarse sobre el deadline de la presentación de candidaturas. En ese momento, se estuvo negociando hasta última hora la posibilidad de una lista de unidad que quedó trunca ante la negativa del desaparecido en acción Florencio Randazzo. En la Provincia, Unidad Ciudadana y el Partido Justicialista fueron en listas separadas y Cambiemos cantó victoria.

Para estas elecciones la rosca vuelve a repetirse y con mayor intensidad, dado que, por supuesto, hay mucho más en juego. ¿Unidad o no? ¿Cristina candidata o pondrá a un delfín? ¿Massa adentro o afuera? ¿Para gobernador de Buenos Aires va un intendente o Axel Kicillof? Si es un intendente, ¿va uno del conurbano o alguien del interior? Negociaciones, declaraciones cruzadas, acercamientos, límites, reuniones y más reuniones. Una cosa es reivindicar la rosca y otra enamorarse en exceso.

En este marco de incertidumbre, desde el PJ bonaerense piden certezas y quieren que la cosa se defina para febrero. O marzo, como máximo, para comenzar la organización de toda la estructura electoral: jefes de campaña, ejes temáticos, consultores, encuestas, estrategia comunicacional, redes sociales, etc. Los expertos en comunicación afirman que una campaña profesional se debe organizar con un año de anticipación. El tiempo apremia.

Negociaciones, declaraciones cruzadas, acercamientos, límites, reuniones y más reuniones. Una cosa es reivindicar la rosca y otra enamorarse en exceso.

A su vez, otro problema que se le presenta al frente opositor es que, en el caso de que Cristina no sea la candidata, se replique el mismo problema que tuvo Lula da Silva en Brasil. Su candidato Fernando Haddad, quien fue anunciado a último momento, con poco recorrido por delante en la campaña y un alto grado de desconocimiento en la sociedad brasileña, lo llevó a una derrota asegurada. Para tener en cuenta.

Otro punto que la oposición debe tomar nota es que no se enfrenta a un grupo de improvisados. Si el macrismo tiene un fuerte, es el armado de campañas electorales.

Incluso, cuenta con dos ventajas extras en esta ocasión. Primero, maneja los resortes del Gobierno Nacional, de la Provincia de Buenos Aires y de la Ciudad, lo que le permite hacer un uso discrecional de los recursos para hacer campaña y amplificar su mensaje. Segundo: Cambiemos posee el apoyo de casi todos los medios de comunicación. Lo que se dice jugar con la cancha inclinada a favor.

La oposición debe tomar nota de que no se enfrenta a un grupo de improvisados: si el macrismo tiene un fuerte, es el armado de campañas electorales.

Decía Juan Domingo Perón que la sorpresa es un factor que permite sacar ventaja porque es mediante ella que uno desarma al adversario político. Durante sus gestiones, el kirchnerismo ha sabido hacer un gran uso de esa herramienta para desarmar a sus detractores. Claro está que en este caso lo que todos esperan es que Cristina aguarde hasta último momento para anunciar si juega o no. Sorpresa, en esta ocasión, sería que adelante esa decisión y, sea ella u otro candidato, comience ya mismo la carrera electoral.

Quizás esa sea la decisión más inteligente porque si te demorás, lo más probable es que cuando estés listo para largar ya te hayan sacado varios cuerpos de ventaja. Y cuando el adversario juega con la cancha a favor, ese error puede ser imperdonable.