A través de Zoom, el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo reactivó el Consejo Federal contra el hambre. Dijeron presente Marcelo Tinelli, Estela De Carlotto, Narda Lepes, Daniel Funes de Rioja, Hilda "Chiche" Duhalde, Héctor Daer, Margarita Barrientos, Adolfo Pérez Esquivel, Hugo Yasky, Juan Carr, Carlos Achetoni, Malena Galmarini y el padre José María "Pepe" Di Paola, entre otros.

Entre el último encuentro y este, pasaron ocho meses y nada menos que una pandemia. Cuando Mauricio Macri se despidió del gobierno, el INDEC marcó un índice de pobreza nacional del 35,5%. La cifra, tras el paso del coronavirus, se incrementará y podría dejar debajo del umbral a uno de cada dos argentinos. Sin ir más lejos, la semana pasada UNICEF informó que espera, para diciembre, una pobreza infantil del 62,9%. La tasa de desocupación, según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, subió del 10,4% al 15,5% entre abril y junio. 

Ante eso, Arroyo explicó que el Ministerio de Desarrollo Social dispondrá de $74.000 millones extra hasta fin de año para robustecer los programas de alimentos. Una de las oradoras del evento fue la ministra de Desarrollo Urbano y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires, María Migliore, quien informó la ampliación de la asistencia alimentaria en la Capital Federal. 102.000 personas recibían ayuda previo a la llegada de la pandemia; hoy son 353.000, un aumento del 240%.

"En la etapa que viene vamos a trabajar en tres ejes: fortalecer la comensalidad en los hogares; mejorar la calidad nutricional con transformaciones profundas; y mejorar la producción de alimentos, acercando a productores y consumidores, fortaleciendo la pequeña escala de producción y el programa Prohuerta. Haremos comisiones de trabajo sobre estos ejes específicos", destacó el ministro.

Una propuesta que fue promesa

"No me importa qué piensan, ni de dónde vienen: juntémonos todos contra el hambre". La frase fue pronunciada por el entonces candidato a la Presidencia, Alberto Fernández, el 7 de octubre de 2019, en un soleado mediodía en la Facultad de Agronomía de la Ciudad de Buenos Aires. Aquel día presentó el Plan Nacional Argentina Contra el Hambre, que fue puesto en marcha de forma oficial el 20 de diciembre, con una reunión primeriza en la Casa Rosada.

La mesa contiene a personalidades de organizaciones sociales y religiosas, empresas, sindicatos, universidades y medios de comunicación. Según consignó NA, Arroyo comenzó el encuentro de esta tarde trazando el cuadro de situación actual, agravado por la diseminación de la pandemia. Previo a la llegada del brote, el Estado brindaba ayuda alimentaria a ocho millones de personas; ese número, hoy, es de 11.200.000 personas que concurren a comedores y merenderos. La inversión fue de $70.000 millones.

En ese contexto, la administración nacional creó la Tarjeta Alimentar. La misma sólo está habilitada para adquirir productos -con excepción de las bebidas alcohólicas- y no permite la extracción de dinero. Está destinada a quienes tengan hijos de hasta seis años que reciben Asignación Universal por Hijo (AUH), embarazadas a partir de los tres meses que cobran la asignación por embarazo (AUE) y personas con discapacidad que reciben la AUH. Según cifras consignadas por el Ministerio de Desarrollo Social, hasta los primeros días de agosto se habían distribuido "1,5 millones de tarjetas para 2,8 millones de destinatarios".

Además de AlimentAR, el auxilio del Gobierno nacional para los segmentos más vulnerables de la población durante esos meses se tradujo en la implementación del Ingreso Familiar de Emergencia y los bonos para la AUH y la AUE. "A un chico que no se alimenta adecuadamente, que no se nutre, difícilmente se le pueda exigir que cumpla con las exigencias de una educación de calidad. Y lo mismo para las madres y embarazadas", analizó la presidenta del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, Victoria Tolosa Paz.

"Pusimos en marcha, de modo plural y participativo, un plan que aspira a que todos los argentinos, sin distinción alguna, se conviertan en actores de la epopeya que supone derrotar al hambre que asola a nuestros compatriotas. Comer no puede ser un privilegio", enfatizó Fernández el 1° de marzo, en su primera apertura de las sesiones ordinarias. La cuesta, hoy, es más empinada que en ese entonces.