El informe de Jorge Lanata en su programa Periodismo para Todos sobre los casos de corrupción en la Secretaría de Deportes provocó un fuerte golpe en su principal directivo, Carlos Javier Mac Allister, y en Orlando Moccagattasu, ya desplazado subsecretario.

A raíz de esto, la imagen del Colorado se vio debilitada y el Gobierno lo aprovechó para ejecutar una estratégica maniobra que le permite acceder a un organismo, hasta entonces, autártico: el Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo).

Este organismo público (no estatal) y autártico, que es codirigido por el Comite Olímpico Argentino y la Secretaría de Mac Allister, fue creado (2009) durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner y administra los recursos económicos y de infraestructura necesarios para el deporte de alto rendimiento y la representación internacional deportiva.

Desde su creación, el Enard fue financiado con el 1% del abono que las empresas de telefonía celular cobran por sus servicios, para ser distribuido en becas para deportistas y entrenadores, cobertura médica para estos y los gastos que las competiciones demandan.

Sin embargo, un artículo de la Reforma Tributaria estableció el final de la actual financiación, lo que provocó el enojo de los deportistas y el repudio de la gente.

De inmediato, Mauricio Macri invitó a la Quinta de Olivos al Presidente del Enard, Gerardo Werthein, a Mac Allister y a deportistas consagrados para dialogar sobre el conflicto. Al finalizar, todos se sacaron la foto protocolar y rápidamente mostraron su entusiasmo por las propuestas del Presidente.

La solución también llegó rápido: Werthein se reunió con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y no solo aseguró la supervivencia del ente. El empresario que se vio involucrado en un conflicto de intereses -el holding que también dirige es accionista de Telecom- logró un aumento considerable en el presupuesto del Enard, al pasar de $650 millones que debería recibir este año a $950 millones.

Si bien es una diferencia importante a favor de los deportistas, las decisiones dejaron dos conclusiones muy marcadas que pueden beneficiar (o no) al ente.

Las sospechas de corrupción en la Secretaría de Deportes pudieron provocar la disolución del Enard y con ella el fin de una próspera etapa para los deportistas. Pero no fue así, el Estado se hizo cargo del ente.

El costo: el Enard perdió su autarquía y pasa a depender directamente del Estado. Es decir, su vida depende de la voluntad de los gobernantes y no se explicó si su financiamiento estará atado a posibles futuros ajustes y recortes presupuestarios.

Mientras tanto, Carlos Mac Allister se mantiene a flote en una Secretaría de Deportes que ya tiene candidatos con nombres y apellidos para sucederlo.