La industria cinematográfica recibió este martes una de las primeras buenas noticias desde la irrupción de la pandemia en la Argentina. Tras casi 10 meses de inactividad total, la Superintendencia de Riesgos del Trabajo aprobó el protocolo sanitario para el regreso del público a las salas y le pasó la pelota al Gobierno nacional, que deberá dictar un nuevo decreto que elimine la prohibición de concurrencia actual.

Si bien las provincias de Chubut, Córdoba, Entre Ríos, Jujuy, Mendoza y Santiago del Estero ya han abierto de manera marginal algunas salas del distrito, la determinación adoptada en conjunto por el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Salud le otorga un marco institucional a la inminente reanudación de las películas en la gran pantalla a nivel nacional.

Las 5 claves del protocolo para el regreso de los cines

  • El uso de barbijo será obligatorio en todo momento. Los asistentes solo se lo podrán quitar para ingerir alimentos o bebidas y luego deberán volver a colocárselo.
  • Las salas serán sanitizadas antes y después de cada función. El aforo será limitado: inicialmente, no podrá superar el 50% de la capacidad de cada sala.
  • Para asistir a las salas, se deberán conformar "burbujas sociales de recreación". Las personas tendrán que concurrir conjuntamente al establecimiento y se sentarán en butacas contiguas. El grupo no podrá superar los seis integrantes. La premisa será mantener la distancia entre las burbujas.
  • La separación entre butacas deberá ser de 1,5 metros a 2 metros como mínimo. Por cada butaca ocupada, deberán dejarse dos libres a los lados de cada burbuja para mantener el distanciamiento social. También deberán estar libres las butacas que se encuentren inmediatamente adelante e inmediatamente detrás de cada butaca ocupada.
  • En cuanto a los horarios de las funciones, cada complejo y/o sala cinematográfica deberán establecer un cronograma, en función de su programación e instalaciones preexistentes, que minimice la congestión de público asistente al ingreso y egreso de las funciones.

En los primeros nueve meses, las cadenas de cines subsistieron con el apoyo estatal proveniente del programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP), que les permitió pagar los salarios de sus empleados.

La situación también afecta a la industria nacional de producción de cine, dado que el 10% de lo que los espectadores pagan por la entrada se destina al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) para financiar la producción de películas. Con nula facturación por la clausura total, la elaboración de largometrajes locales menguará.