Las declaraciones de Luis D'Elía le vinieron como anillo al dedo al presidente Mauricio Macri, que no estaba consiguiendo hacer pie en la agenda mediática y política. 

El silencio de Cristina Kirchner sobre los temas de actualidad inmediata (aunque no siempre de fondo) dejaban a su gestión desnuda ante la sociedad y su imagen, como la de otras figuras relevantes de Cambiemos, cayó en picada.

Por suerte, dicen en un despacho oficialista del Senado, apareció D'Elía pidiendo "fusilarlo en Plaza de Mayo" y en los medios y las redes dejó de hablarse del doctor Abel Albino, a quien Macri había respaldado. 

"Las agresiones y las descalificaciones bestiales no contribuyen al diálogo", respondió Macri

Todo el oficialismo saltó, rápido y en bloque, a repudiar los dichos del dirigente kirchnerista y acusar a quienes no lo hagan de ser cómplices de un eventual magnicidio. Patricia Bullrich hizo punta y lo denunció penalmente.

Hoy, después de que D'Elía reculara y pidiera que nadie salga a cometer un delito por sus dichos, el presidente se sumó desde Johannesburgo a los repudios y sostuvo, sin magnificar lo ocurrido, que "las agresiones y las descalificaciones bestiales no contribuyen al diálogo".

"Lamento por él y por los que lo rodean que no entiendan que hay un lugar en el que queremos que todos hagan su aporte", agregó en diálogo con Radio Seis de Bariloche.

También aprovechó para volver a marcar distancia del "estilo" kirchnerista: "Hay argentinos que no entienden que nos hemos abrazado a la idea de un cambio, y que ese cambio parte de una convivencia sana y respetuosa en la que podemos opinar distinto".

El exabrupto de D'Elía